Presupuesto de los ejércitos: 413 mil millones de esfuerzo sin precedentes pero también renuncias


A más de un año del inicio de la guerra en Ucrania, y tras largos meses de duras negociaciones, el ejecutivo deberá finalmente presentar, el martes 4 de abril, en el Consejo de Ministros, su nueva ley de programación militar (LPM). Un texto muy esperado por los ejércitos, que debe detallar el reparto de los 413.000 millones de euros anunciados por Emmanuel Macron para el periodo 2024-2030, pero que al mismo tiempo está lleno de incertidumbres, tanto la dotación global, a pesar de su importe sin precedentes, aparece encorsetado ante las convulsiones geopolíticas introducidas por el conflicto ucraniano.

“No hay nada demasiado”, resumimos, el lunes 3 de abril, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas, en la línea de lo que considera la mayoría de los expertos militares. Sobre el papel, el futuro LPM es, de hecho, el mayor presupuesto jamás dedicado a los ejércitos desde la década de 1960, con 100.000 millones de euros más que el anterior LPM (2019-2025). Este esfuerzo debería permitir alcanzar el umbral del 2% del PIB dedicado a defensa a partir de 2025, exigido cada vez con más urgencia por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero, en realidad, nada dice que permita el salto de capacidad inicialmente esperado por los círculos de defensa.

Las principales razones son conocidas. De esos 413.000 millones negociados línea a línea por los estados mayores, más de la mitad (alrededor del 60%) del gasto se lo chupa la renovación de la disuasión nuclear. Es decir, la modernización de armamento (ojivas nucleares), vectores (misiles M51-2 y ASMP-A) y portaaviones (Rafale y submarinos de misiles balísticos nucleares). Una parte importante, unos 30.000 millones, se los debería devorar también la inflación, que el Ejecutivo no espera que vuelva al 1,75% hasta final de periodo.

«Ejército de bonsáis»

El ejecutivo, por tanto, tuvo que empujar los muros para preservar tanto lo iniciado con la anterior LPM -es decir, la modernización de los ejércitos tras años de escasez- como para adaptarse a las nuevas exigencias del contexto internacional. Es decir, inversión en nuevas áreas como drones submarinos, munición “teledirigida” con “drones kamikaze”, espacio con un proyecto de constelación de satélites, un nuevo programa de patrulleras llamado “Egide”, o incluso armas hipersónicas. Todo esto mientras se restaura urgentemente la “masa” de las existencias de municiones y ciertos equipos de artillería, como los lanzacohetes unitarios, de los que Francia ya no tendrá unidades viables en 2027.

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