Vale la pena señalar que «Rogue Planet» se escribió en 2002, unos años antes de que los Boy Scouts of America de la vida real enfrentaran una serie de controversias públicas. La BSA ya tuvo que abordar el acoso desenfrenado que fue parte de la organización durante la década de 1970, y tuvo que corregir el problema con medidas activas y agresivas en la década de 1990. A esto le siguió el estallido de un escándalo masivo de abuso sexual; En 2020, cuando la BSA se declaró en quiebra, reveló que había recibido 92.000 denuncias de abuso desde 1968.
La BSA también enfrentó escrutinio por su abierto rechazo desde hace mucho tiempo a los Scouts y Scoutmasters queer y transgénero. Muchos scouts abandonaron debido a las actitudes anticuadas de la organización hacia los scouts queer, y la BSA fue cada vez más considerada aburrida, conservadora, anticuada e incluso intolerante. Hay que reconocer que la organización impulsó un proceso de selección más estricto para sus Scoutmasters y una campaña transparente de denuncia de irregularidades cuando se trata de abusos. La BSA revisó en gran medida sus estatutos para oponerse firmemente al acoso, y la organización ahora acepta abiertamente a jóvenes queer y trans. De hecho, en 2018 dejaron de ser Boy Scouts cuando a las niñas se les permitió unirse por primera vez. Ahora se les llama simplemente Scouts. Ciertas iglesias conservadoras intolerantes abandonaron la BSA como resultado de su aceptación de niños queer, y los Scouts se despidieron felizmente de ellos.
Quizás para el siglo XXII, los Scouts habrán vuelto a ser una organización más sana y saludable. Esa ciertamente parece ser la implicación con el Capitán Archer y su capacidad para alcanzar el rango de Eagle Scout. Al idealista que llevo dentro le gusta pensar que los Boy Scouts del siglo XXII evolucionaron hasta convertirse en una proto-Flota Estelar, construida para enseñar diplomacia, tolerancia, multiculturalismo y pacifismo.