Raging Bull sirvió como una gran inspiración para el latigazo cervical de Damien Chazelle


La ironía de «Raging Bull» es simple y elegante: Jake golpea a otros hombres para ganarse la vida, pero su mayor enemigo es él mismo. Es un gran boxeador porque es un hombre enojado dentro y fuera del ring. Sin embargo, su éxito como luchador no resuelve su frágil masculinidad, por lo que la violencia se filtra en su vida hogareña. Justo antes de ganar el cinturón del campeonato, ataca a su hermano/manager Joey (Joe Pesci). ¿Por qué? En un ataque de pura paranoia, cree que su esposa Vicky (Cathy Moriarty) se está acostando con Joey.

Cerca del final de la película, Jake está solo en una celda de la cárcel. Sin nadie a quien lastimar excepto a sí mismo, comienza a golpear la pared hasta que el dolor lo detiene. «Raging Bull» puede ser una situación difícil y ningún momento es más crudo que los gemidos de desesperación de Jake (también debo decir que es uno de los mejores momentos de De Niro en la pantalla).

En la escena final de la película, Jake recita el discurso «Podría haber sido un contendiente» de «On The Waterfront» para sí mismo en un espejo; ha aceptado que él tiene la culpa de su propia caída. Scorsese, como cualquier buen católico, cree en la redención, aunque no en la idea idealizada común en Hollywood.

Chazelle, por otro lado, piensa que todo es cuesta abajo para Andrew. «Whiplash» termina cuando Andrew finalmente se gana a Fletcher con un solo de batería ejemplar y autodirigido, pero el director argumenta que fue una victoria vacía:

«Fletcher siempre pensará que ganó y Andrew será una persona triste y vacía que morirá a los 30 de una sobredosis de drogas. Tengo una visión muy oscura de a dónde va».

Jake LaMotta sabía cuándo dejar de golpear cosas y Andrew Neiman no.



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