Renaud rinde homenaje a la herencia de la canción francesa


Lanzado a fines de noviembre de 2019, el álbum anterior de Renaud, Los niños y los niños primero, reunió doce canciones evocadoras del tema de la infancia (el patio de la escuela, las pesadillas, los amigos del cine, las tonterías, el espectáculo del Guignol, etc.). Todo ello con libreto diseñado por Zep, creador del personaje de Titeuf. La nostalgia personal de Renaud en la que todo el mundo podía encontrarse. Aquí está meticootra inmersión en los recuerdos, esta vez los de trece canciones creadas e interpretadas por otros, que «sacudió mi infancia, mi adolescencia y un poco más», especifica Renaud en el comunicado de prensa que acompaña al lanzamiento del álbum, el viernes 6 de mayo. Su homenaje al patrimonio, por tanto.

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En la apertura, El Metec, por Georges Moustaki, no presagia nada bueno. En un tratamiento de rock algo pesado, orquestaciones de cuerdas y vientos que aplastan la ligereza, la despreocupación de la melodía de Moustaki. El arreglista Michel Cœuriot está afortunadamente más inspirado para el resto. en particular con Viene y vade Boby Lapointe, que se mantiene cercana a la fantasía del original; noche y nieblade Jean Ferrat, que retoma el movimiento ascendente de la escala orquestal; La queja locade Charles Trenet, en un viaje de blues de Nueva Orleans –un recuerdo de la parte de jazz de Trenet–, o La ternura, de Bourville. Y con Compañero, de Georges Brassens, a quien Renaud ya había saludado en todo un disco de veinte versiones, en 1996, el contraste con el minimalismo de Brassens está bien logrado.

Falta audible de energía

Tantas canciones donde la voz de Renaud, dañada durante mucho tiempo por demasiados cigarrillos, demasiado alcohol, logra tocar. Por otra parte, es difícil aferrarse a una falta de energía audible –aunque no se espera que Renaud tenga la potencia de un tenor lírico–, a la ausencia de curvas en la interpretación, a un soplo vocal tenue. El Metec así sufre doblemente.

Con Amistad, de Françoise Hardy, sin prestar especial atención a la cantante, es vergonzoso en lo que su canción se convierte por Renaud. Lo mismo para elHollywood de David McNeil, el éxito de 1972 del cantante estadounidense que llegó a Francia muy joven. No más convincente Si me compras un trago, escrita por Bernard Dimey, compuesta por la cantante Cris Carol, que Serge Reggiani hizo suya en 1975 y para siempre. Para ser tomado tal vez como el deseo de Renaud de enfrentarse a sus demonios.

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Y dos aires se debaten realmente en la interpretación de Renaud: El tiempo de las cerezas, escrita por Jean-Baptiste Clément en 1866, que se convirtió en la canción vinculada a los acontecimientos de la Comuna de París en 1871; y La queja de Chuck, cuyas fuentes permanecen en el anonimato, para gloria del bandolero y contrabandista muerto en 1755, enemigo de los labradores generales y héroe del pueblo. Para estas canciones de lucha, de rebelión, se necesita garbo, empuje, compromiso y solo podemos ver que Renaud no está, en estas grabaciones, en condiciones de liderarlas.

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