Reseña de ‘Piggy’: el horror feminista abrasador de Carlota Pereda convierte la vergüenza corporal en juegos sangrientos


El atrevido debut de la cineasta española Carlota Pereda sobre el autodesprecio adolescente está pulido por una poderosa actuación de Laura Galán.

El sofocante calor del verano en un pequeño pueblo flota en el aire en “Piggy”, el abrasador debut cinematográfico de la cineasta española Carlota Pereda. En parte romance sobre la mayoría de edad, en parte horror corporal psicológico, “Piggy” establece firmemente a Pereda como una nueva y audaz voz en el horror feminista, ese subgénero recientemente floreciente popularizado por gente como Julia Ducournau, Ana Lily Amirpour y Jennifer Reeder.

Con la ayuda de una actuación dinamita de la debutante Laura Galán, “Piggy” usa la tensión de un thriller slasher para tejer una historia dolorosamente identificable de angustia adolescente que salió terriblemente mal. Mientras la vergüenza por el cuerpo y el desprecio por uno mismo se transforman en una inquietante complicidad con la violencia, “Piggy” lleva los tormentos de la juventud a sus extremos naturalmente perversos. El truco más brillante de la película es hundir a la audiencia en el retorcido dilema moral con el que se enfrenta su protagonista, burlándose de nosotros con la pregunta: ¿Qué hubieras hecho diferente?

Cargando su resonante título con doble significado, “Piggy” se abre en una carnicería. Los marcos de apertura incluyen un cerdo entero que cuelga de un gancho para carne; el golpe de un cuchillo contra el hueso; y el rebote elástico de la morcilla morada. Sara (Galán) chupa un mechón de su cabello oscuro y rizado mientras estudia en el mostrador, su tarea salpicada de sangre de cerdo. A través de la ventana de la tienda de su familia, observa a un grupo de adolescentes despreocupados que coquetean juguetonamente en el calor del verano, tan a gusto en sus cuerpos jóvenes y ágiles. Se pone de pie en alerta cuando dos de las chicas entran en la tienda para recoger un pedido, el aire cargado de familiaridad tácita.

En esta breve escena de apertura, algunas miradas de complicidad explican toda una vida de configuración. La ex amiga de Sara, Claudia (Irene Ferreiro), ahora solo se junta con las chicas populares, quienes se burlan de Sara por su peso con nombres crueles como «cerdita» y «Miss Bacon», sin que los entrometidos pero despistados padres de Sara (Carmen Machi y Julián Valcárcel) lo sepan. Una de las chicas malas publica una foto familiar rápida en la carnicería en Instagram con el título «Tres cerditos».

«Cerdito»

Liberación de imanes

Nerviosa por la cruel interacción, Sara se dirige a la piscina de la ciudad para refrescarse, sin apenas darse cuenta del parque público inquietantemente vacío. Está completamente sola, excepto por un hombre corpulento que sale del agua, bloqueando a Sara en un contacto visual muy penetrante. El momento es interrumpido por el trío de chicas malas, que casi ahogan a Sara agrediéndola con una red de piscina antes de llevársela con su toalla y sus pertenencias.

Avergonzada y dolida, llora todo el camino a casa, tratando pero sin poder cubrir su cuerpo expuesto. En el camino, se topa con sus torturadores atrapados en la parte trasera de una camioneta blanca, agitando las manos ensangrentadas y pidiendo ayuda a gritos. Cuando el hombre de la piscina abre la puerta y coloca suavemente una toalla en el suelo, ella no dice nada y lo deja conducir. A partir de ese momento, es una carrera hasta el final cuando Sara se ve envuelta en un agonizante juego de lo que dirá y no dirá. Una vez que el cuerpo de la socorrista se encuentra en la piscina, se convierte en el blanco de las preguntas de la policía local y de las madres desesperadas que buscan a sus hijas.

Pereda adorna la película con pistas viscerales sobre el estado físico de Sara; su piel está rosada y crujiente por las quemaduras solares después de su larga caminata a casa, y un residuo azul se aferra a sus labios mientras chupa ansiosamente una piruleta. Ella filma la escena de intimidación en la piscina con una intimidad claustrofóbica, arrojando la red de la piscina alrededor de la cámara para habitar el punto de vista directo de Sara mientras lucha por respirar. La inteligente cinematografía de Rita Noriega y la aguda edición de David Pelegrín funcionan maravillosamente juntas para revelar la mentalidad de Sara sin que el diálogo tenga que explicar mucho.

Siendo un cineasta español, Pereda le da un divertido toque surrealista con la aparición de un toro joven suelto, escapado de una corrida local. Un perro policía también le ladra a Sara cada vez que pasa por la comisaría. La línea entre animal y humano se difumina cuando Sara busca al asesino y la obliga a enfrentarse a sus demonios y sus instintos de supervivencia más bajos. Cuando finalmente llegan a las manos, rodando por el barro seco de un matadero vacío, Sara y su hombre misterioso intercambian gemidos guturales desde las profundidades de algún lugar primitivo.

Toda la película depende de Galán, quien ofrece una actuación poderosamente transformadora como solo una cara nueva puede hacerlo. Encarnando por completo su desgarrador viaje anti-heroína, Galán se gana la determinación sangrienta de un boxeador profesional que, después de invocar una fuerza interior que la conmocionó incluso a ella, nunca volverá a ser la misma. Y tú tampoco.

Grado A-

“Piggy” se está reproduciendo actualmente en cines selectos y VOD.

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