Seúl sacude el mercado del arte asiático


Diez años después de la explosión del K-pop, el estribillo diabólico estilo Gangnam, de la cantante Psy, ya no trotaba en las cabezas. Pero Gangnam, el barrio de lujo de Seúl, no el popular club nocturno y campamento, está trastornando el orden cultural mundial una vez más. En este reluciente enclave comparable a Ginza en Tokio -menos la calidad arquitectónica- todas las marcas de moda ahora palpitan al ritmo del arte. La casa Yves Saint Laurent acoge a la estrella coreana Lee Bae, Dior concede un lugar privilegiado a Lee Bul. Conocido por su estilo pionero, el comerciante francés Emmanuel Perrotin acaba de abrir su segundo espacio en la capital coreana, justo enfrente del edificio Hermès.

“Estamos viviendo un momento en Corea”, da la bienvenida a Patrick Lee, el director del nuevo Frieze Seoul. Para el pistoletazo de salida de esta versión coreana de la feria londinense, el 2 de septiembre en el centro comercial COEX, se contó con una multitud densa, chic y enmascarada, procedente de toda Asia. Para gran alivio del centenar de expositores, dos tercios occidentales, felices de recibir a los coleccionistas experimentados, familiarizados con las obras a veces firmadas por artistas muy jóvenes, en su mayoría extranjeros, no desconcertados por los precios a veces elevados: un Warhol de 1962 en 38 millones de dólares en Acquavella.

Pocos minutos después de la inauguración, el galerista Thaddaeus Ropac ya tenía un ojo brillante: acababa de confirmar la venta de una escultura del británico Antony Gormley en el Museo Podo, en la isla de Jeju, querida por el escritor Jean-Marie Gustave Le Clezio. “¡Hay más museos privados en Corea que en cualquier otro lugar del mundo! », enciende el comerciante parisino. So Koo House, abrió sus puertas en Gyeonggi-do, a una hora de Seúl. Cabello azul oscuro y una sonrisa pícara, su fundador Jungsoon Koo se precipitó nada más abrirse las puertas al stand de la galería neoyorquina Canada. “He venido a recoger mi cuadro de Katherine Bernhardt”confiesa el septuagenario, bastante orgulloso de haber podido comprar un cuadro de la última querida americana, cuyos precios se están disparando.

Una nueva generación de coleccionistas.

Hace tres años, antes de la pandemia, la Tierra de la Calma Matutina no estaba en el radar del mundo del arte. Sus poderosos comerciantes sólo juraban por China y sus millonarios ostentosos, o por Hong Kong, su escaparate liberal donde se ancló la feria Art Basel en 2013. “Seúl no es cosmopolita como Singapur o Bangkok”, admite Sung-won Kim, subdirector del espléndido Museo Leeum, fundado por la familia Samsung. Pero el virus ha dado la vuelta a la tortilla. La galería americana Pace, de las primeras en instalarse en Pekín, ha cerrado su espacio de 2000 metros cuadrados en el 798 Art District. “El barrio se ha convertido en un pueblo fantasma, ya no hay energía”, lamenta su jefe Marc Glimcher. A partir de ahora, es en Seúl donde ha elegido expandirse, equipando su espacio inaugurado en 2017 con una magnífica ampliación y un salón de té.

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