Repasemos lo que literalmente sucede en «End of Evangelion»: Shinji, a quien se le concede poder divino mientras sufre un colapso mental, elige «Instrumentalidad humana», donde todas las almas se vuelven una. «Neon Genesis Evangelion» a menudo hacía referencia al concepto freudiano del «dilema del erizo» (cuanto más se acercan las personas, más riesgo corren de lastimarse entre sí). La instrumentalidad es la solución a ese dilema; No puedes malinterpretar a alguien si puedes compartir sus pensamientos. Shinji se da cuenta de que esta existencia indolora no es ninguna respuesta y la rechaza, volviendo a la vida y dejando a otros la opción de hacer lo mismo.
«The End of Evangelion» es una película violenta e inquietante, y a veces parece como si Anno le estuviera diciendo a su audiencia que se consiga una vida. Aún así, me molesta cuando la gente enfatiza «End of Evangelion» como una mierda enfermiza, como si eso fuera todo lo que hay, o como si fuera un proyecto a pesar de Anno. Es una película sobre cómo alguien puede ser empujado hasta el punto de querer que el mundo entero desaparezca y eso exige empatía. Al escribir para Mubi, la crítica Willow Maclay describió la narrativa de la película como «un apocalipsis como metáfora de sobrevivir a un intento de suicidio».
El momento clave es la última conversación de Shinji con Misato Katsuragi, su figura materna sustituta. Shinji, deprimido, le dice desesperadamente a Misato: «Todo lo que hago es lastimar a la gente. ¡Así que prefiero no hacer nada en absoluto!» Entonces Misato le cuenta todo acerca de cómo continuó cometiendo errores y lastimando a otros una y otra vez en un ciclo de mejora lenta. Vivir conlleva arrepentimiento y no puedes evadirlo.
Ese es el quid de la decisión de Shinji de dejar Instrumentalidad. Le advierten que lo lastimarán nuevamente y lo admite él también, pero finalmente está de acuerdo con eso; Ver a sus amigos nuevamente vale la pena, incluso si habrá dolor en el futuro.