Cuando los músicos golpean ritmos alegres, los bailarines caen en éxtasis, las luces brillan y el amor juega sus pequeños juegos, algo más que un éxito musical: comienzas con un concierto en vivo. Con instrumentación clásica, nunca es demasiado violenta, pero la pura alegría de vivir brilla en el escenario. Y luego, de repente, arias o dúos de ópera están a la vista, convirtiéndose en un evento vocalmente grandioso.
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