El 238 d. C. fue un año tumultuoso en Roma. Conocido como el «año de los seis emperadores», seis personas afirmaron ser emperadores y el imperio mismo casi se derrumbó. Comenzó con el derrocamiento de Maximinus Thrax, notoriamente cruel e impopular. Los aristócratas del norte de África convencieron a su gobernador, Gordiano, para que se proclamara emperador. Gordian dijo: “Mira, tengo 80 años. Lo haré, pero solo si puedo co-gobernar con mi hijo Gordian II”. El Senado romano estuvo de acuerdo, y el conmovedor dúo padre-hijo tomó el poder sobre Roma y todos sus territorios.
Esto no le cayó bien a Capelianus, el gobernador de la vecina provincia de Numidia. Reunió un ejército, entró en Cartago en Túnez, derrotó a los gordianos y mató a Gordiano II. Al enterarse de la noticia, el anciano Gordian se quitó la vida.
Después de mucho tumulto y algunos emperadores más, Gordiano III, el nieto real y último de los seis emperadores, tomó el poder. El joven de 13 años era principalmente un peón de poderosos senadores, y después de un reinado de pocos logros, Gordian III murió en batalla con solo 19 años.