Andrea Riccardi: “¿Es este el fin de la Iglesia o el comienzo de una nueva forma de vivir el cristianismo? »


Andrea Riccardi es uno de los principales fundadores de Sant’Egidio, una comunidad de laicos católicos reconocida, entre otras cosas, por su papel como mediador en varios conflictos internacionales. En un libro con un título evocador, la iglesia esta ardiendo (Cerf, 338 páginas, 22 euros), este historiador profesional analiza la crisis que atraviesa actualmente el catolicismo y da algunos motivos para mantenerse optimista.

El título de su libro hace referencia al incendio de Notre-Dame de París. Según usted, se puede ver allí una metáfora de la Iglesia. Qué quieres decir ?

Este fuego me llevó a preguntarme por qué toda nuestra Iglesia estaba ardiendo, es decir, decayendo. La Iglesia sigue hablando de evangelización y, sin embargo, los católicos son cada vez menos, al menos en Europa.

La primera causa, en mi opinión, es la transmisión entre generaciones: el catolicismo ya no circula dentro de las familias. El éxodo rural en el siglo XXmi siglo, pesó mucho, porque el campo fue la cuna de la Iglesia. Esto es parte de un fenómeno social muy profundo, marcado por el auge de un individualismo que hace añicos cualquier idea de comunidad.

Pero también hay causas internas a la Iglesia, como la crisis de las vocaciones –la “profesión” de sacerdote ya no es deseable– o las desigualdades entre mujeres y hombres en el acceso a las responsabilidades.

Ante todos estos problemas, me preguntaba: ¿es este el fin de la Iglesia o el comienzo de una nueva forma de vivir el cristianismo? Vemos el surgimiento de comunidades perfectamente adaptadas a nuestro tiempo, a la globalización oa la sociedad de consumo, como el neoevangelicalismo o el neopentecostalismo. El gran desafío de la Iglesia ahora es encontrar su lugar frente a estas religiones basadas en la emoción y el éxito económico, sin negarse a sí misma.

Su libro lleva un mensaje optimista para el catolicismo. Pero, según usted, es necesario pensar en una nueva forma de vivir la Iglesia. ¿Qué significa esto concretamente?

Primero necesitamos reformas consistentes. Tomemos la cuestión del lugar de la mujer, que es crucial. Sin siquiera hablar del acceso al sacerdocio, hay que sacar a la mujer de su aislamiento dentro de la institución. Deben poder participar en el destino de la Iglesia en pie de igualdad con los hombres. Se les debe dar responsabilidades oficiales en las parroquias, para que puedan tomar parte en las decisiones más importantes de la Iglesia. Las cosas están empezando a moverse, especialmente en Francia y Alemania. Pero debemos ir mucho más allá en esta dirección.

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