Argentina: Ministro de Economía Massa y ultraliberal Milei pasan a segunda vuelta


Un ministro de Economía centrista, Sergio Massa, y un ultraliberal “antisistema” que quiere “cortar” el Estado, Javier Milei, se enfrentarán en noviembre en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina, en un duelo entre dos visiones antagónicas del país. Sergio Massa, de 51 años, candidato del bloque gubernamental (centro-izquierda) superó el handicap de una economía en problemas y de una inflación récord del 138%, para quedar primero en la primera vuelta del domingo con el 36,6% de los votos, según el Electoral. Autoridad, con más del 97% de los votos escrutados.

Está por delante del economista «anarcocapitalista» -como él mismo se define- Javier Milei, de 53 años, que con un 30% confirma su avance desde su irrupción en la escena política hace dos años, pero por debajo de lo que le pronosticaban las encuestas. Disputarán una segunda vuelta el 19 de noviembre, con miras a una toma de posesión el 10 de diciembre. Queda eliminada la candidata del bloque opositor (centroderecha) Patricia Bullrich, exministra de Seguridad protegida por el expresidente liberal Mauricio Macri (2015-2019), con un 23,8%.

Los argentinos votaron en un clima de incertidumbre y preocupación, como pocas veces desde el regreso de la democracia hace 40 años, en un contexto de deuda crónica, inflación entre las más altas del mundo y una moneda en constante depreciación durante dos años.

Cambiar o saltar al vacío

Las palabras «harto», «ansiedad», «ninguna fórmula mágica» se repiten entre los electores consultados por la AFP, reflejando una tensión entre un deseo real de cambio y el miedo a un «salto al vacío». «Necesitamos un cambio. Este país es realmente un desastre, entre pobreza, inflación, a la gente no le va bien», lamentó Gabriela Paperini, de 57 años, cerca de un colegio electoral en el barrio de Palermo.

Milei, un polemista surgido en 2021 de los televisores a la escena política, ha seguido desde entonces este hilo «claro» contra la «casta parásita», según él, peronistas (centroizquierda) y liberales que se han alternado en el poder. por veinte años. El domingo por la tarde saludó «la mejor elección de la historia del liberalismo», un «día histórico porque dos tercios votaron por el cambio», en referencia a sus electores y a los de Bullrich. Y le tendió la mano al candidato derrotado, para que “todos los que queremos este cambio trabajemos juntos para recuperar nuestro país”.

Sus fórmulas mordaces, su estilo eléctrico, hablaban a un público a menudo joven, sin perspectivas. Pero sus propuestas, como “recortar” el Estado y “dolarizar” la economía –para permitir que el dólar sustituya al peso– también han sembrado dudas, incluso preocupación. “La gente ha empezado a percibir un riesgo en Milei”, analiza el politólogo Raúl Timerman. El tema de la ‘motosierra’, que al principio era gracioso, se convirtió en algo aterrador (…) Se decían: ‘Este viene a destruirlo todo'».

El domingo por la tarde, en su sede de campaña, la decepción era evidente, tras la esperanza suscitada por las encuestas. «Pero estoy seguro de que vamos a darle la vuelta a la situación. Muchos votos que no son para él se los devolverán en la segunda vuelta», dijo Nahuel Pasquale, de 27 años. Sergio Massa, un centrista de ADN que ya se había postulado para presidente en 2015 contra sus actuales aliados peronistas, tuvo cuidado durante la campaña de distanciarse del ejecutivo: ni el presidente Alberto Fernández ni la exjefa de Estado Cristina Kirchner no comparecieron.

Se esforzó en insistir en que «lo peor de la crisis» ya pasó, gracias al próximo auge de las exportaciones y al fin de una sequía histórica en 2022-23 que privó a Argentina, un gigante agrícola, de 20.000 millones de dólares en ingresos.

“Demasiado que perder”

Pero sobre todo en los últimos meses ha aumentado su generosidad presupuestaria: reducción del número de sujetos pasivos, subvenciones, exenciones del IVA, para amortiguar el shock de la inflación. “Irresponsabilidad electoral”, gritaban sus adversarios, mientras Argentina, con un déficit presupuestario patológico, lucha por devolver un préstamo de 44 mil millones al FMI.

El domingo por la tarde, Sergio Massa prometió, si resulta elegido, convocar «un gobierno de unidad nacional», lo que sería el primero en la Argentina democrática, y lanzó un llamamiento a los radicales, al ala moderada de la alianza de oposición «a todos aquellos que comparten nuestros valores democráticos”.

Su cuartel general era todo abrazos y canciones, incluido el viejo himno peronista interpretado por una charanga. «Sabíamos que íbamos a dar una sorpresa. La gente es mucho más inteligente de lo que pensamos cuando se trata de defender la patria», dijo a la AFP Angelo Laredo, un contable de 55 años. «Si no es para hoy, será para noviembre. Massa será presidente».

Aún no hay nada decidido, para el economista Benjamín Gedan, especialista en Argentina del think tank Wilson Center. Sergio Massa “sigue siendo el Ministro de Economía de un gobierno fundamentalmente impopular”. Pero en Argentina hay «una profunda ansiedad ante la idea de cambiar drásticamente el papel del Estado de bienestar; muchos tienen mucho que perder».



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