Carlos III, año I: «Este es el momento que temía, pero debemos continuar»


“A mi querida mamá, que se embarca en su viaje final para unirse a mi querido papá, solo quiero agradecerle. » Estas palabras, pronunciadas al final del primer discurso del rey Carlos III -fue retransmitido el viernes 9 de septiembre a las 18.00 horas, en todo el Reino Unido y más allá-, expresan en primer lugar la emoción de un hombre que acaba de perder a su madre. , la reina Isabel II, fallecida el día anterior a la edad de 96 años, en su castillo escocés de Balmoral. Con calidez y deferencia, como parte de la continuidad de un reinado excepcional, Carlos, de traje negro, con un retrato de la difunta reina a su izquierda, primero quiso tranquilizar.

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Porque este discurso, al igual que el “Día D”, el primer día de su reinado, fue una prueba para este soberano de 73 años, que lleva décadas preparándose a la sombra de la reina. El momento es delicado: los británicos temen el paso de la “segunda era isabelina”, que finalizó el jueves -y que los comentaristas ya elevan al nivel de la de Isabel IDque reinó desde 1558 hasta 1603 – en la era «Caroleana» (del nombre del reinado de Carlos II, en el s.mi siglo). La desaparición del monarca más perdurable del país -setenta años de reinado-, encarnación del sentido del deber y la continuidad, llega en un momento de fragilidad para el país.

El Reino Unido está acumulando crisis: servicios públicos deficientes, una recesión inminente y una crisis energética que amenaza con hundir a millones de británicos en la pobreza. Por no hablar de la fuerte inestabilidad política desde el Brexit: la conservadora Liz Truss, que entró en Downing Street hace apenas unos días, el 6 de septiembre, es la cuarta primera ministra en seis años.

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“La pérdida de la reina priva al país de este fondeadero y de este consuelo [qu’elle procurait], precisamente cuando más lo necesita. notó el viernes, Keir Starmer, el líder del Partido Laborista de la Cámara de los Comunes, recogiendo el consentimiento de una gran parte de los funcionarios electos, todos los lados combinados.

Pour Charles III, il n’est donc pas question de brusquer ni d’évoquer de manière trop appuyée un avenir incertain : grave, la voix bien plus modulée que celle – fameusement monocorde – de sa mère, il a promis dans son allocution de servir su país «con lealtad, respeto y amor, como lo he hecho a lo largo de mi vida». También quería, sutilmente, asegurar que había tomado la medida de su nuevo rol. “Como la propia Reina lo ha hecho con una devoción inquebrantable, me comprometo solemnemente, mientras Dios me lo conceda, a defender los principios constitucionales en el corazón de nuestra nación. »

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