Clima: Las inundaciones en Brasil propagan una avalancha de teorías de conspiración


Inundaciones históricas en el sur Brasil No sólo sembró la muerte y el caos. También están trayendo de vuelta una avalancha de teorías de conspiración, con vídeos virales de antenas y estelas blancas en el cielo. «Lo que está sucediendo en Rio Grande do Sul no es en absoluto natural. ¡Abramos los ojos!», grita una mujer en la cadena X, refiriéndose al estado del sur de Brasil, golpeado desde la semana pasada por el mal tiempo que ha provocado alrededor de un centenar de muertes y decenas de miles de víctimas.

La catástrofe fue provocada, según él, artificialmente por un programa de investigación estadounidense dedicado al estudio de la capa superior de la atmósfera, utilizando antenas instaladas en Alaska, en el Estados Unidos. Este programa, llamado «HAARP», es periódicamente blanco de teorías infundadas en las redes sociales y, a menudo, desmentidas. Esta tesis está «absolutamente desprovista de significado físico», subraya a la AFP Carlos Nobre, coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT).

Otros internautas muestran aviones sobrevolando la región, asegurando que las estelas blancas que dejan los aviones son la causa de las intensas lluvias. Bien conocidas en los Estados Unidos, estas acusaciones sobre los «chemtrails» sugieren que los senderos están compuestos de sustancias químicas liberadas deliberadamente para modificar el clima y provocar desastres naturales. Afirman que las sustancias químicas también son activadas por potentes antenas instaladas en Alaska.

Los innumerables meteorólogos y climatólogos contactados por la AFP desde hace años lo tienen claro: es la condensación del vapor de agua provocada por el paso de un avión la que produce rayas blancas, que pueden extenderse y persistir según las condiciones atmosféricas. Dichos contenidos se esparcen como agua por las calles de la ciudad de Porto Alegre: han sido vistos, dados “me gusta” o compartidos cientos de miles de veces.

Convergen en teorías conspirativas que niegan explícitamente el cambio climático e ignoran el consenso científico sobre las causas de estas inundaciones, vinculadas al calentamiento provocado por la actividad humana.

Explica qué da miedo

Para Carlos Nobre, las causas de la catástrofe están bien definidas: un sistema de baja presión, bloqueado por otro de alta presión, provocó la inmovilización de frentes fríos en la región, provocando precipitaciones históricas alimentadas por un flujo de vapor de agua del Amazonas. . Según él, la situación ha empeorado con el calentamiento global. “La atmósfera más cálida almacena mucho más vapor de agua, lo que alimenta lluvias más frecuentes e intensas que generan desastres como este”, explica.

En un discurso el miércoles, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva Consideró que la catástrofe constituyó un “aviso” del planeta para todos. Un posicionamiento alejado del de su predecesor de extrema derecha Jair Bolsonaro (2019-2022). Durante su mandato, este último había manifestado opiniones abiertamente escépticas sobre el clima, al unísono con muchos de sus seguidores en las redes sociales.

Una encuesta del instituto Quaest, publicada el jueves, mostró que el 99% de la población brasileña considera que el cambio climático es al menos en parte responsable de las inundaciones. Para Raquel Recuero, coordinadora del laboratorio de investigación de medios de la Universidad Federal de Pelotas, en el estado de Rio Grande do Sul, los contenidos conspirativos que se viralizaron en los últimos días en Brasil son importados y traducidos por grupos organizados, «probablemente buscando audiencia, monetización e influencia”.

Proliferan en la medida en que ofrecen una explicación para un fenómeno aterrador, señala. Según este especialista, arraigan “porque mezclan su discurso con otros elementos importantes para las personas”, como el “discurso político y religioso”. Aunque refuerzan puntos de vista conservadores y extremistas, Recuero dice que no es posible vincular la inundación actual con un movimiento político específico.

Pero una cosa es segura: estas teorías apuntan a autoridades gubernamentales, instituciones científicas y medios de comunicación, acusados ​​de ocultar la verdad. Por tanto, socavan la confianza de la población en los pilares democráticos, advierte.

En su opinión, el principal desafío es difundir la “educación mediática” entre la población para que sepa separar la realidad de la ficción.



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