COMENTARIO – La directora de Educación, Silvia Steiner, se deja llevar por las discusiones en la escuela de formación profesional más grande de Zúrich


La Escuela Técnica Profesional de Zúrich es escenario de un amargo conflicto. La Dirección de Educación es corresponsable del escalamiento.

La directora de Educación, Silvia Steiner, oscila entre la pasividad y el activismo errático.

Ennio Leanza / Keystone

Desde hace tres años hay un incendio en el tejado de la Escuela Técnica Profesional de Zúrich (TBZ). El director y algunos profesores están tan enfrentados que ya no parece posible una cooperación constructiva. En lugar de concentrarse en aquello por lo que se les paga -generosamente y con dinero de los contribuyentes-, han luchadores a una Gpeleado, que, a pesar de su gravedad, recuerda a una escena con niños lloriqueando. Nadie hace una buena figura aquí. Los aprendices se quedan atrás.

La dirección cantonal de educación, bajo la dirección de la consejera de gobierno Silvia Steiner (centro), también es responsable de que este desorden adquiera dimensiones tan absurdas.

Durante demasiado tiempo, la consejera de gobierno se contentó con observar la situación “con preocupación” para luego, justo después de las elecciones de renovación de la primavera pasada, caer en un activismo errático: anuló decisiones de personal en la escuela de formación profesional y una investigación administrativa que había sido Solicitado durante mucho tiempo finalmente se inició y tomó la mano.

Pero antes de eso Informe al respecto Steiner despidió al director. Uno Prejuicio, como expresa explícitamente el tribunal administrativo en su sentencia.

El tribunal ha levantado la suspensión de Hasler y Silvia Steiner permanece, como tantas veces, pasiva. A Steiner no parece importarle que el rector interino siga dirigiendo los asuntos del TBZ y que el rector, rehabilitado por el tribunal, no tenga autoridad para dar instrucciones. Según la Dirección de Educación, la TBZ es responsable del funcionamiento de la escuela.

La directora de educación parece decidida a no participar en el conflicto y permite que la gente baile sobre su nariz.

La situación demuestra un problema fundamental que se extiende desde la dirección de educación hasta sus instituciones: las responsabilidades y competencias o no están claramente definidas o no se implementan de manera consistente.

Evidentemente, en el TBZ existen diferentes opiniones sobre qué órganos escolares deberían ser responsables de qué. También falta una línea clara sobre hasta qué punto los docentes tienen voz y voto en las decisiones estratégicas y de personal.

El proyecto “Gobernanza”, con el que la Dirección de Educación quiere reforzar la gestión escolar y aclarar las distintas responsabilidades, lo demuestra: Silvia Steiner conoce el problema.

La directora de educación contrató a Patrizia Hasler porque buscaba un jefe para la TBZ que diera un soplo de aire fresco a las polvorientas estructuras de la escuela de formación profesional. La tarea encomendada a Hasler fue: reforma.

La reestructuración y la realineación rara vez ocurren sin ruido de fondo. Hay que soportar estas tensiones.

Los seres humanos somos criaturas de hábitos y los profesores no son una excepción. El predecesor de Hasler había dirigido la escuela durante años como director y subdirector. Los altos cargos de la escuela han estado ocupados por las mismas personas durante más de una década.

En Hasler, una persona externa asumió la responsabilidad de la gestión. Ciertas fricciones eran inevitables. Lo mismo se aplica a las salidas de personal, que no sólo deben verse como algo negativo, sino también como una oportunidad. Porque hay lugar para empleados nuevos y motivados.

Un posicionamiento claro del director de educación hubiera sido aún más importante. Un compromiso con la dirección elegida. En lugar de ello, Silvia Steiner dejó a todos los involucrados en la indiferencia, observó de brazos cruzados cómo fracasaba una mediación, cómo el conflicto seguía intensificándose y finalmente se llevaba a los medios de comunicación.

La señal que está enviando la Dirección de Educación es demoledora. Sólo reacciona a los problemas cuando ya es demasiado tarde.



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