Con «Fossora», Björk echa raíces en las entrañas del mundo


¿Cómo no admirar a Björk? Su energía creativa, su forma de liberarse del conformismo pop para plasmar vocal, rítmica y visualmente un imaginario en constante expansión… Pero, ¿seguimos disfrutando escuchándolo? La pregunta ha surgido regularmente desde que la mujer islandesa optó, a mediados de la década de 2000, por liberarse del arte del verso-estribillo para favorecer el del concepto. Publicado el 30 de septiembre de Fossorasu undécimo álbum, no escapa a estas preguntas.

Admirable, de nuevo, la vitalidad de su inspiración, su capacidad para suscitar cambios musicales que encarnan el poder eruptivo de las emociones comulgando tanto con los elementos como con el estruendo de la modernidad. Si desde sus inicios -en grupo, en los años 80, luego en solitario a partir de los 90-, Björk vibraba en sintonía con el fuego y el hielo de su isla, pocas veces la habremos oído fundirse tan intensamente con su tierra natal.

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Concebida durante los primeros confinamientos, cuando el icono de la vanguardia pop se aislaba en su capullo islandés, Fossora se aleja de los ensueños aéreos deutopía (2017), su álbum anterior lleno de flautas altísimas, para echar raíces en una tierra que es a la vez nutricia y afligida. El título, feminización de la palabra latina «cavador»que significa «el que cava o revuelve la tierra», se refiere tanto a una mujer en contacto con su entorno vegetal y mineral como a la función funeraria de un «sepulturero».

Destacado latinista, el escandinavo también cultiva raíces griegas, si hemos de creer Atopos (“inconvenientes”, “dañinas”, “malvadas”, en el lenguaje de Eurípides), furiosa introducción al disco, donde Björk parece sumergirse en las grietas más agrestes de la isla para evocar los antagonismos humanos. Chocan aquí entre la velocidad perturbada de una instrumentación acústica liderada por clarinetes (una constante en el disco) y un radicalismo electrónico que nunca ha dejado de fascinar a los islandeses. Tras Mark Bell, The Haxan Cloak o Arca, la cantante invita a la indonesia Kasimyn, del dúo Gabber Modus Operandi, especialistas en maridajes entre beats del norte de Europa y rituales de trance javaneses. Su presencia también da Trölla-Gabba pasos delirantes de orcos en Mordor, antes de perderse en el rompecabezas demasiado disonante de la canción principal, Fossora.

metáfora fúngica

Estos choques pedregosos son contrarrestados por pedazos que se entierran en un humus más suave. Sin renunciar a sus recitativos en dicción expresionista, Björk destila armonías casi agradables, ya sea el florecimiento luminoso deÓvulodanzas aéreas depermitir o de ciudad fúngica. A instancia de micelioconstruido a partir de samples vocales que recuerdan a Robert Wyatt, el cantante se identifica varias veces con el mundo de las setas, hilando la metáfora fúngica menos por sus virtudes alucinatorias (aunque) que por la energía vital y subterránea del micelio.

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