Con la guerra de Ucrania, Alemania se ve obligada a replantearse su modelo económico


¿La guerra de Ucrania está provocando un punto de inflexión en el modelo económico alemán? Una fuerte señal de ruptura la dio en todo caso el ministro de Economía Robert Habeck, el lunes 4 de abril, quien decidió la cuasinacionalización de la empresa Gazprom Germania, filial alemana del grupo energético estatal ruso, que organizaba la distribución y el almacenamiento de gas a través del Rin. Motivada por razones de seguridad y abastecimiento nacional, esta puesta bajo la supervisión de una empresa privada extranjera por parte del Estado es inédita. Rompe un importante tabú económico e ilustra la catastrófica adaptación de la economía líder de Europa al nuevo orden mundial.

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Para tomar la medida de la evolución actual, es necesario recordar el shock que constituye para Alemania la agresión rusa contra Ucrania. Moscú arruinó la relación especial que aún la unía a Berlín, heredada de la historia y mantenida por los intercambios, al asumir las dramáticas consecuencias sobre la economía de Rusia y sobre su población. Este escenario, de una violencia no imaginada por Alemania, le golpea en el talón de Aquiles: la energía, a la que ha hecho depender en gran medida de las importaciones de fósiles rusos.

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La guerra también ensombrece el modelo que ha forjado la fortuna de Alemania en los últimos veinte años. Desde finales de los 90, la fórmula ganadora del «made in Germany» ha consistido en importar materias primas, energía y productos intermedios a buenos precios, para construir y ensamblar en Alemania productos de alto valor agregado, exportados a todo el mundo con una fuerte margen, particularmente a China. Ningún otro país de este tamaño se ha beneficiado tanto de la globalización. La agresión rusa, que trae consigo una pérdida de confianza en el comercio internacional, cuestiona las bases intelectuales, morales y económicas de este modelo.

«Balance amargo» de la política rusa

En los últimos días, varios importantes líderes económicos y políticos de la década de 2010 han reconocido su ceguera ante Vladimir Putin. El miércoles 6 de abril, el exjefe de Siemens Joe Kaeser, quien se reunió varias veces cara a cara con el presidente ruso, realizó un acto de contrición. «Esperaba que [les échanges économiques] ayudaría a impulsar el desarrollo industrial de Rusia. Siempre he sido un creyente en el principio de «cambio a través del comercio». Fracasó, al menos en este caso. reconoció. Esta teoría, apoyada desde hace tiempo por los círculos empresariales, defiende la idea de que los intercambios con países no democráticos contribuyen positivamente al cambio.

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