El video tiene un poco de información de Serkis, explicando que Kino es un prisionero desde hace mucho tiempo en las instalaciones aisladas de Narkina 5 del Imperio, que utiliza mano de obra carcelaria para fabricar en masa piezas para la máquina de guerra imperial. ¿Para qué sirven estas piezas? Nunca se nos dice. Kino no parece saberlo, ni le importa. Está allí para supervisar a los hombres en su turno y hacer un buen trabajo para que su tiempo en ese miserable lugar sea un poco menos miserable. Se trata de alguien que está contando turnos hasta que pueda llegar al final de su condena con la promesa de una eventual liberación. La promesa de regresar a una vida normal de algún tipo, incluso si debe ser bajo el dominio imperial. Debajo de toda esa costra y ese exterior endurecido, hay algo de optimismo en él.
Una cosa que «Star Wars» ha hecho notablemente bien desde sus inicios es crear personajes que pasan muy poco tiempo frente a la pantalla pero que se vuelven profundamente convincentes. Boba Fett es el ejemplo clásico de esto, ya que apareció en solo unos minutos en la trilogía original, casi sin decir nada y se convirtió en uno de los personajes más populares de la franquicia. Kino no es tan sexy como Boba Fett, en términos de apariencia, pero se rasca la misma picazón: instantáneamente es magnético. Mucho de eso tiene que ver con Serkis, quien se pone su propia piel como actor aquí y lo entrega todo.
A menudo, tenemos a Serkis bajo capas de CGI, como Gollum en «El señor de los anillos», César en «El planeta de los simios» o Snoke en la trilogía secuela de «Star Wars». Aquí, sin embargo, tenemos a Serkis en nada más que un mono de prisión naranja y blanco que ofrece una actuación cruda. Uno que probablemente merezca un Emmy en un futuro no muy lejano.