Emmanuel Macron no estará, ni los líderes chino, Xi Jinping, ni el ruso, Vladimir Putin, ni el británico, Rishi Sunak. Los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad brillarán por su ausencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana en Nueva York. Sólo el presidente estadounidense, Joe Biden, iba a participar, el martes 19 de septiembre, junto con su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, en la misa diplomática de inicio del año escolar, nuevamente dominada por la guerra en Ucrania.
Estas ausencias ilustran la crisis que golpea los foros de la ONU, en un contexto de fragmentación en la escena internacional. “El multilateralismo se encuentra en grandes dificultades en un mundo cada vez más multipolar. La ausencia de líderes del Consejo de Seguridad es otro síntoma, pero no el único, de la parálisis de la ONU, debido a la guerra en Ucrania y la rivalidad chino-estadounidense.observa el ex diplomático Gérard Araud, ex embajador de Francia ante las Naciones Unidas.
La ausencia de Xi Jinping y Vladimir Putin no es una sorpresa. El primero nunca ha acudido a la Asamblea General, donde prefiere hablar a distancia, mientras que el segundo ha contado sus apariciones allí. En Estados Unidos, el jefe del Kremlin también corre el riesgo de ser detenido a causa de la orden de detención dictada contra él por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra relacionados con la deportación de niños ucranianos. Los dos líderes están menos preocupados por presentarse en la ONU, ya que desafían el orden internacional dominado, según ellos, por occidentales, y denuncian «hegemonía» de los Estados Unidos. En agosto, Xi Jinping prefirió viajar a Johannesburgo para asistir a la cumbre de los BRICS, de la que obtuvo la ampliación a seis nuevos estados (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina).
Prioridad al G20 para Macron
Más sorprendente es la no participación de los dos líderes europeos miembros del Consejo de Seguridad, en la medida en que el Viejo Continente, empezando por Francia y el Reino Unido, lucha por intentar salvar lo que se puede salvar del multilateralismo. El Consejo de Seguridad, cuya ampliación piden en vano París y Londres en contra de los consejos de Pekín y Moscú, está ciertamente paralizado por el comportamiento de Rusia, miembro permanente que viola la Carta de las Naciones Unidas y que tiene derecho de veto y bloquea, en este caso, foro, cualquier condena en su contra. Una situación que refuerza la importancia de la Asamblea General, donde los Estados miembros votan en pie de igualdad. Pero este organismo está dividido: al igual que China y la India, una treintena de Estados miembros se han abstenido de condenar a Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania.
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