El aumento de la corrupción de funcionarios públicos, un desafío para el Estado


“Un aumento objetivo de los hechos. » En cinco palabras, Agnès Thibault-Lecuivre, primera magistrada que dirige la inspección general de la policía nacional (IGPN), admitió en una entrevista concedida a Mundo el 19 de enero la extensión de “violaciones de la integridad” de la que sus servicios tuvieron conocimiento en 2022, último año de referencia. Cincuenta y seis denuncias por sospecha de corrupción y hechos similares frente a las treinta registradas en 2021: en valor absoluto, el fenómeno todavía puede parecer confinado a un segmento extremadamente minoritario de los más de 100.000 agentes de la policía nacional. En realidad, oculta una práctica que algunos agentes de policía ya no dudan en calificar de«preocupante» y se extiende a otras administraciones.

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Al margen de una serie de detenciones realizadas a finales de diciembre de 2023 por la sección de investigación de la gendarmería de París en un caso de corrupción en el centro penitenciario de Meaux (Seine-et-Marne), la fiscal parisina, Laure Beccuau, se expresó así su miedo “sobre el riesgo de corrupción dentro de nuestras propias instituciones vinculada al crimen organizado”. En el catálogo de estas prácticas ilegales, la llamada corrupción de “baja intensidad”, difícil de detectar, atrae especialmente la atención de las autoridades públicas. Se materializa en particular en el “tricoche”, o consulta ilegal de expedientes policiales.

Este proceso, que antiguamente era prerrogativa de unos pocos funcionarios sostenidos por la solidaridad de casta, que frecuentaban las mismas logias masónicas o simplemente atraídos por el beneficio, está ahora al alcance de miles de funcionarios bajo el triple efecto de una digitalización generalizada, un acceso más fácil a determinados datos y, en el caso de funcionarios públicos más jóvenes, el uso desinhibido de herramientas digitales.

Poder de intimidación

Durante sus investigaciones, la IGPN pudo identificar a agentes de policía “phiked” mediante simples anuncios colocados por los traficantes en redes sociales, como Snapchat. Importe de la remuneración, tipo y número de expedientes destinatarios – desde la tramitación de antecedentes penales, que identifica a los autores y cómplices de los delitos, pero también a las víctimas de los delitos, hasta la de personas buscadas, que es más sensible – el servicio deseado hace que el objeto de una descripción precisa.

Cuando esto no es suficiente, la solicitud se complementa con archivos de audio grabados por los mandantes para beneficio de sus clientes y sus “proveedores de servicios”. A los agentes de policía sólo les queda consultar los expedientes a través de sus teléfonos profesionales “Neo” y enviarlos a sus patrocinadores. Ni este intercambio ni el pago dan lugar al más mínimo contacto físico, lo que complica las investigaciones.

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