Como explica el libro, Ifukube tenía una conexión personal con el mensaje subyacente de la película. Se llamó a sí mismo hibakusha, que en términos generales es un sobreviviente de la bomba que se ve afectado por la radiación, después de sufrir envenenamiento por radiación durante la Segunda Guerra Mundial. «El señor Ifukube y yo… compartimos ideas muy similares sobre las armas nucleares», dijo Honda. Ifukube, por su parte, vio aquí una oportunidad que sus compañeros aparentemente no podían:
«Un monstruo que representa una guerra nuclear no es una abstracción sino puro miedo, es global. ¡No podía quedarme quieto cuando escuché que en esta película el personaje principal era un reptil que arrasaría la ciudad!»
La película de 1954 retrató a Godzilla como un verdadero monstruo, mucho antes de que finalmente se convirtiera en una especie de héroe. Esa dirección informó la legendaria y melancólica partitura de Ifukube que acompaña a «Godzilla». Curiosamente, el libro revela que las limitaciones presupuestarias sólo permitieron al compositor trabajar con una pequeña orquesta. Esto fue una bendición disfrazada, ya que el enfoque minimalista de la partitura es parte de lo que la hace tan memorable. La partitura acabó dando confianza a Honda en las perspectivas de la película:
«Me hizo pensar que, después de todo, podríamos tener una película exitosa. El estilo del Sr. Ifukube era muy clásico… pero también muy audaz y directo. Por eso lo elegimos».
De hecho, la película fue un éxito gigantesco que allanó el camino para una franquicia que sigue siendo fuerte hasta el día de hoy, y la música de Ifukube continúa influyendo en la música de las películas modernas de la serie. Esto incluye el anunciado «Godzilla Minus One» de 2023, que utiliza el legendario tema Godzilla de Ifukube con gran efecto. Ifukube, por su parte, tuvo una carrera gigantesca mucho más allá de la de “Godzilla” original. Amasó casi 300 créditos como compositor antes de su muerte en 2006, y permaneció en esta franquicia hasta «Godzilla vs. Destroyah» de 1995. Hacer esta película fue cualquier cosa menos un suicidio profesional: se convirtió en la tarjeta de presentación de Ikufube.