El primer beso romántico data de al menos 4.500 años.


Encuentra las primeras huellas de un beso romántico, labios contra labios, en la historia de la humanidad. Esta es la misión de dos investigadores daneses, la bióloga Sophie Lund Rasmussen (Universidad de Oxford, Reino Unido) y el asiriólogo Troels Pank Arboll (Universidad de Copenhague), y que detallan en un artículo publicado el 18 de mayo por la revista Ciencia. Estos rastros, finalmente los encontraron en textos en escritura cuneiforme de 4.500 años de antigüedad, originarios de Mesopotamia, una antigua región correspondiente a los actuales Irak y Siria.

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¿El punto de partida de su búsqueda? La publicación, en julio de 2022, de un artículo sobre la evolución del virus Herpes Simple tipo 1 (HSV-1) en la revisión Avances de la ciencia. El equipo de investigadores en paleogenética (estudio del ADN antiguo) de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) evocó un posible vínculo entre la introducción de la práctica del beso -suponiendo un intercambio de saliva- y la propagación del virus HSV-1.

Según este estudio, la cepa moderna del virus que causa el “herpes labial” surgió hace cinco mil años. Hoy en día, alrededor del 67% de las personas menores de 50 años son portadores de la virus del herpes en su forma HSV-1, según la Organización Mundial de la Salud.

Un canal constante de transmisión.

Pero para Sophie Lund Rasmussen y Troels Pank Arboll, el beso romántico sería muy anterior a la cepa moderna del herpes, lo que haría improbable el papel de esta práctica en la amplia propagación del virus durante cinco mil años.

“Los chimpancés y los bonobos también se besan romántica y sexualmente, explica Sophie Lund Rasmussen en Mundo. Porque nosotros son todos homínidos y que estos primates también practicar besar, esto podría indicar que se trata de un comportamiento muy antiguo, mucho más antiguo que la documentación que encontramos. »

Para sustentar la hipótesis de una influencia constante del beso en la transmisión de enfermedades, y para refutar la idea de que esta práctica fuera un factor de contaminación súbita, el biólogo enumeró estudios paleogenéticos que prueban la existencia, desde la prehistoria, de virus de transmisión oral, como como el herpes HSV-1 o el virus de Epstein-Barr, también de la familia de Herpesviridae y agente de la mononucleosis infecciosa, a veces llamada «enfermedad del beso». «Quería encontrar rastros de estos patógenos ‘transmitidos por besos’ en la antigüedad. Porque, si siempre han existido, es probable que siempre nos hayamos besado también”añade Sophie Lund Rasmussen.

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