“El requerimiento de “pequeños gestos” por el clima puede ser contraproducente”


¿En qué medida las acciones individuales contribuyen a limitar nuestra huella de carbono? ¿Deberíamos dejar de volar, dejar de comer carne, cambiar nuestra caldera de gas? ¿O corresponde ante todo al Estado ya las grandes empresas hacer un esfuerzo?

La cuestión de la distribución de los esfuerzos a prestar entre los individuos y el colectivo lleva tiempo agitando reflexiones sobre cómo afrontar la emergencia climática. Este verano, las discusiones en torno al uso del agua o el hecho de tomar el avión para las vacaciones estuvieron en el centro de los debates. En este episodio de “Chaleur Humaine”, emitido el 5 de julio en el sitio web de MundoNabil Wakim discute con la socióloga Sophie Dubuisson-Quellier, miembro del Alto Consejo para el Clima y autora de Consumo comprometido (Ciencias Po Press, 2009).

Llevas varios años trabajando en la idea del “consumo comprometido” y, sin embargo, eres muy crítico con esta noción. ¿Te parece útil fomentar acciones individuales para hacer frente a la emergencia climática?

Por un lado se puede preguntar: “¿Qué pueden hacer los consumidores como individuos? es decir: «¿Qué está a su alcance?» ¿Cuál es también el alcance de estas acciones individuales a través del consumo comprometido? Y luego, por otro lado, particularmente de las autoridades públicas, hay mandatos muy fuertes dirigidos a los individuos para decirles: «Bueno, tienes que asumir la responsabilidad, tienes que tener cuidado, tienes que pensar en ti, en tu individuo». acciones, para preservar el clima. » Entonces, realmente estamos en una situación en la que esperamos mucho de las personas. Además, también estamos desplegando toda una política pública para movilizarlos.

PAGS¿Por qué no se siente cómodo con esta idea de fomentar acciones individuales para preservar el clima? Reducir los desplazamientos en coche, cambiar la caldera de gas o comer productos locales, ¿repercute esto a pesar de todo?

Sencillamente porque la sociología nos enseña que mucho de lo que se relaciona con el comportamiento individual es parte de dimensiones muy colectivas. Tienen tal peso que orienta o constriñe fuertemente las decisiones individuales. El ejemplo de la caldera de gas es muy interesante: podemos plantearnos la cuestión de esta elección de equipamiento. ¿Qué surge de una decisión tomada en un momento dado, optimizada, ponderada, responsable? ¿Y qué es un equipo que ya estaba en una vivienda? Este ejemplo muestra que una gran parte de lo que se considera nuestras elecciones individuales en realidad proviene de esta organización colectiva.

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