En Bretaña, una epidemia de gripe aviar “sin precedentes” ataca a las aves silvestres


Desde principios de verano, una grave epidemia de gripe aviar de la cepa altamente patógena H5N1 azota las costas de Bretaña. Un ciclón viral del que Sept-Iles, la mayor reserva ornitológica de Francia con sus 280 hectáreas y sus 136 especies, constituye el epicentro. Ubicada en la frontera entre el continente y el Océano Atlántico, la estación Ile-Grande League for the Protection of Birds (LPO) se integra en el paisaje con su construcción de piedra y madera. Está en primera fila para seguir la evolución de estas especies.

“Por la cantidad de aves afectadas y la ocurrencia de esta epidemia en pleno verano [la grippe aviaire sévit généralement en hiver], la situación no tiene precedentes”, dice Pascal Provost, el curador de la reserva. Y lo suficientemente grave como para haber obligado al centro a cerrar sus puertas el 13 de julio a las especies que dieron positivo en el virus de la gripe: gaviotas marinas y argénteas, alcatraces, cuya primera muerte había sido identificada el 1 de julio.ejem julio. Al mismo tiempo, las autoridades públicas han extendido un sistema de prevención en toda Bretaña. El 12 de agosto, un comunicado de prensa del prefecto de Côtes-d’Armor reforzó y amplió “medidas de vigilancia y bioseguridad en todo el territorio”.

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Los miembros de la estación están en pie de guerra. Para contar las pérdidas, Pascal Provost observa la pantalla que muestra en tiempo real la población de alcatraces del norte que viven en la isla de Rouzic, la más oriental de la reserva. “Esta cámara muestra un área de desove que todavía está relativamente protegida. Entonces pensarías que no hay problema”, remarca otro empleado de la LPO. Pero la realidad es bastante diferente.

Estimación delicada

La captura de pantalla de una de las cámaras distribuidas en la isla muestra, el 26 de julio, una colonia con una densidad todavía normal. Pero otra imagen, fechada el 16 de agosto, da testimonio de los estragos de la gripe aviar, con nidos despoblados y numerosos cadáveres.

La población de alcatraces reúne en este sitio unas 19.000 parejas. Bajo el efecto del virus, “la colonia se está desintegrando por completo”, lamenta Pascal Provost. Prueba adicional de este exceso de mortalidad, el curador presenta una «zona de control» que alberga un centenar de nidos. A principios de julio todavía tenía cuarenta y un pollitos; el 16 de agosto, solo eran ocho los que habían sobrevivido a la epidemia.

Isla Rouzic, 24 de agosto de 2022, en el archipiélago de Sept-Iles.  Es una reserva natural donde está prohibido desembarcar y donde suelen venir a criar los alcatraces.

Entre los cadáveres ya desaparecidos, los de jóvenes arrebatados por depredadores y aves desaparecidas en el mar, estimar el número de víctimas resulta difícil. “Por el momento, solo sabemos que hay una veintena de especies afectadas”, comenta Romain Morinière, director de la estación LPO de Ile-Grande. Entre ellos, alcatraces, charranes, gaviotas, gaviotas pero también algunos mamíferos que han consumido un cadáver infectado, como el zorro rojo.

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