En Níger, la incertidumbre política pesa sobre la estrategia migratoria de Europa


Una crisis puede esconder otra. Detrás de la efervescencia diplomática y militar en torno al golpe de Estado en Niamey se vislumbra un gran desafío para los europeos: la cuestión de la migración subsahariana. Níger ocupa, en efecto, un lugar estratégico en las rutas migratorias del continente como corredor de tránsito privilegiado hacia Libia, plataforma de proyección -con Túnez- sobre Italia. En Roma, la ansiedad ya es palpable.

Desde el golpe de estado que derrocó al presidente Mohamed Bazoum el 26 de julio, los líderes italianos han emitido repetidas advertencias contra la tentación de una intervención militar en Niamey, que a sus ojos corre el riesgo de agravar el caos en el Sahel. En referencia al repunte del número de llegadas de inmigrantes a la Península por el Mediterráneo (87.000 personas en los siete primeros meses de 2023, es decir, más del doble respecto al mismo periodo de 2022), el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, advirtió el lunes 7 de agosto en el diario La Estampa : “El problema de la nueva ola de inmigrantes ya es una realidad. Cada día que pasa, si no se llega a un acuerdo, es probable que la situación empeore. Si estalla una guerra en Níger, será un desastre. »

Molestias administrativas

Níger se sumó de lleno a la estrategia de la Unión Europea (UE) para controlar los flujos tras la cumbre de La Valeta (Malta) en noviembre de 2015, dominada por la crisis migratoria a la que se enfrentaba entonces el Viejo Continente en proporciones sin precedentes. Bajo la presión de Bruselas, las autoridades de Niamey, en general, hicieron el juego, implementando toda una serie de medidas destinadas a frenar el acceso a su frontera norte con Libia. A partir de 2017, apuntan a Agadez, una gran ciudad del norte y “capital” tuareg, que se ha convertido en el cruce de caminos para los inmigrantes que se preparan para cruzar el Sahara.

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Para ello, el gran artífice de este plan de contención, el entonces ministro del Interior –un tal Mohamed Bazoum– decidió implementar con la máxima severidad una ley de 2015 de represión del tráfico ilícito de migrantes, hasta entonces débilmente aplicada. Los ciudadanos de Senegal, Côte d’Ivoire, Malí o Nigeria se ven repentinamente sujetos a múltiples problemas administrativos -la mayoría de las veces en contradicción con las normas de libre circulación previstas en la Comunidad Económica de los Estados Africanos de l’Ouest (CEDEAO)- en sus intentos para llegar a Agadez en autobús desde Niamey.

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