Este escalofriante episodio de The Twilight Zone llega al corazón del terror


«The After Hours» comienza con un suceso bastante mundano: Marsha White (Anne Francis) viaja al noveno piso de una tienda departamental para comprar un dedal de oro como regalo para su madre. Este viaje al noveno piso ocurre por casualidad, ya que Marsha usa un ascensor sospechosamente vacío (a diferencia de los perpetuamente llenos de gente), y este viaje conduce a un piso oscuro y vacío con una vendedora que la guía hasta el dedal dorado, el único. objeto en la habitación. Esto es bastante inquietante, por supuesto, y ella va a otro piso para hablar sobre esta extraña experiencia, pero queda desconcertada al saber que el noveno piso no existe.

Lo que sucede a continuación es pura pesadilla: Marsha queda accidentalmente encerrada dentro de la tienda después de horas de trabajo, y los maniquíes a su alrededor parecen… vivos. Se mueven lo suficientemente sutilmente como para que ella cuestione su cordura, atormentándola con sus expresiones semi-sensibles y semejanzas con personas reales que encontró en la tienda durante el día, como el ascensorista que conoció antes. Esta desgarradora secuencia está filmada con cortes y acercamientos repentinos a cabezas de maniquíes y espejos, evocando conscientemente un efecto doble que nos hace darnos cuenta de la verdad sobre Marsha y el hecho de que no tiene más remedio que volver a su no personalidad. Este punto se aclara con una toma de ella pidiendo ayuda a través de una ventana de vidrio esmerilado, sus rasgos definitorios se vuelven borrosos hasta que recuerda su condición de maniquí central.

Aunque «The Twilight Zone» cierra su narración episódica con una advertencia sobre la verdadera naturaleza de las personas que nos rodean, las implicaciones de que una persona inanimada obtenga una personalidad temporal solo para perderla una y otra vez parecen ser una conclusión más impactante de este escalofriante episodio.



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