La biografía de Mike Fahey en Kotaku decía: «Amante de los videojuegos, los teclados, los juguetes, los bocadillos y otras cosas desagradables». Todo esto es cierto, como cualquiera de su legión de lectores comprometidos podría decirte. Pero en una de las mejores piezas de Fahey de todos los tiempos, ofreció una descripción aún mejor: «Soy un hombre de 6’6″ con una imaginación vívida y procesos de pensamiento extraños».
Este es el Fahey que sus lectores realmente conocían: un gigante gentil y de naturaleza dulce con una mente brillante y un ojo para el ángulo en el que nadie más había pensado: una voluntad de monitorear una situación y ver a dónde iba.
Fahey murió la semana pasada a los 49 años después de una larga enfermedad. Era un escritor generoso, ingenioso y amable cuyas publicaciones siempre te hacían sentir más feliz, y más curioso acerca de las cosas, de lo que te sentiste cuando comenzaste a leerlas. De hecho, amaba los refrigerios, los juguetes y los teclados, de los cuales revisó muchos. Le encantaban los videojuegos, que abordaba con perspicacia, originalidad y mucho mimo.
Hay demasiadas piezas geniales de Fahey para elegir, y si eres como nosotros, puedes pasar horas felices hojeando su trabajo. Sin embargo, tanto para los recién llegados como para los fanáticos veteranos, si tuviéramos que elegir una pieza para recordarlo, es el artículo legendario que citamos anteriormente, que explica cómo terminó con una caja de juegos de Xbox One pegada al techo.
Gracias por todo, Mike Fahey.
A Mike Fahey le sobreviven su pareja y dos hijos. Hay una página de Gofundme para ayudar a la familia aquí.