La declaración de Bloys sobre la cancelación del reinicio es notablemente breve dada la forma en que «True Blood» una vez atrapó el panorama de la televisión premium por el cuello. Cuando «True Blood» se estrenó en 2008, el medio estaba en una especie de estancamiento creativo. Los gigantes como «The Wire», «The West Wing» y «The Sopranos» habían llegado a su fin en los últimos dos o tres años. «Mad Men» ya había comenzado su ascenso meteórico en la cadena AMC, y «Breaking Bad» estaba a punto de trazar la misma trayectoria, pero ninguna serie había dado un paso al frente para llenar el lado cursi del vacío televisivo.
Programas como «Buffy the Vampire Slayer» y «Charmed» ganaron legiones de fanáticos por combinar el sexo con la tontería y la oscuridad teñida de sobrenatural con la liviandad paródica y camp, y ninguno sacrificó la buena escritura para ofrecer la diversión. Además, donde tanta «televisión de prestigio» no solo se centra en los protagonistas masculinos, sino que utiliza una estética sombría, racional y masculina sin humor, «True Blood» fue como un oasis de pulp sexy en un desierto de hombres muy serios. Y debido a que fue un producto de Alan Ball, la mente maestra detrás de «Six Feet Under», uno de los mejores programas de televisión del nuevo milenio, nunca se sintió como justo una bagatela deliciosa. Hubo emocionantes arcos de personajes, intrigantes analogías políticas y una construcción del mundo verdaderamente fabulosa.
Tal vez era demasiado pronto para un reinicio. Tal vez el tiempo del vampiro realmente llegó y se fue. Espero al menos que «True Blood» obtenga los laureles que se merece de alguna manera, eventualmente, con reinicio o sin reinicio.