El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó un “asalto a la democracia” en Brasil y calificó de “indignante” la destrucción y el caos que siguieron a los partidarios del expresidente Jair Bolsanaro cuando asaltaron edificios estatales clave.
Los líderes de todo el mundo se han unido para condenar los impactantes acontecimientos en la capital Brasilia, que son inquietantemente similares a las escenas en Washington DC que siguieron después de que Biden derrotó a Donald Trump en una carrera por la Casa Blanca hace dos años.
Las fuerzas de seguridad brasileñas ahora han recuperado el control del Congreso, la Corte Suprema y el Palacio Presidencial, según la BBC, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió castigar a los alborotadores responsables del daño con “toda la fuerza de la ley”.
Los partidarios de Bolsanaro invadieron los edificios estatales brasileños el domingo después de que el líder de extrema derecha fuera derrotado por el candidato de izquierda Lula en unas reñidas elecciones a fines de 2022. Lula asumió la posesión la semana pasada, pero estaba en Sao Paulo en una visita oficial de estado cuando comenzaron las protestas.
“Condeno el asalto a la democracia y al traspaso pacífico del poder en Brasil. Las instituciones democráticas de Brasil cuentan con todo nuestro apoyo y la voluntad del pueblo brasileño no debe ser socavada”, dijo Biden en Twitter.
Los mensajes de apoyo al nuevo gobierno de Lula llegaron desde China, Francia, el Reino Unido y gran parte de América del Sur, entre otros.
El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, también tuiteó que “usar la violencia para atacar las instituciones democráticas siempre es inaceptable”.
Bolsanaro, que se ha negado a conceder la elección a Lula, se encuentra actualmente en Florida. Algunos políticos estadounidenses exigen que sea extraditado a Brasil. Tuiteó para decir que las manifestaciones públicas eran democráticas pero que las “invasiones de edificios públicos” fueron demasiado lejos.
Los informes locales afirman que alrededor de 3000 personas estuvieron involucradas en las invasiones, con alrededor de 300 arrestadas hasta el momento.