Superficialmente, no creo que haya mucho en Zelda en general que haga pensar en Just Cause 2. Pero esta semana, la última presentación de Tears of the Kingdom me llevó muy, muy atrás, hace doce años, lo que apenas parece posible, a un juego que sigo pensando que es un poco clásico.
Tears of the Kingdom ya se había revelado antes de esta semana, por supuesto. Se siente, con retrasos, exageraciones y todo ese jazz, como si lo hubiéramos estado esperando desde siempre. Pero en realidad no había estado prestando atención, no toda la atención de todos modos. En mi cabeza, era un espeluznante seguimiento de Halloween de Breath of the Wild, pero con un poco de mentalidad aérea con todas esas islas flotantes. Entonces, ¿las matemáticas de Zelda eran básicamente Breath of the Wild + Majora’s Mask + Skyward Sword?
Ahora veo lo equivocado que estaba. Porque puedes fusionar cosas en Tears of the Kingdom. Puedes tomar un objeto y pegarlo a otro. Entonces puedes agregar una roca a un palo. Puedes agregar un tenedor a un palo más largo y tener un arma con alcance real. También es hermosamente modular, así que si pones un ojo en una flecha, se convierte en una flecha que busca un objetivo, ¡porque la flecha puede ver!