La habitación y la chica del sótano comparten una aterradora historia real


«La chica del sótano» cambia varias partes del crimen real, reduciendo el tiempo de reclusión de la joven de 24 años a dos décadas y el número de hijos de siete a cuatro. Elisabeth Fritzl se convierte en Sarah Cody, una dulce chica americana que sólo quiere estar con su primer amor, Chris, un tipo rudo que le da serenatas con canciones y tiene una motocicleta. Su padre, Don, es un matón tiránico al que le molesta la nueva independencia de su hija cuando cumple 18 años. Los realizadores también añaden tensión extra (¿porque la trama es TAN aburrida…?) al hacer que Sarah intente escapar dos veces.

Desgraciadamente, esta adaptación del caso Fritzl es muy presentativa y no profundiza en la agitación interior del personaje. La historia avanza a un ritmo vertiginoso y nunca le da tiempo a su actriz principal, Stefanie Scott, para mostrar su dolor psicológico. No hay ningún cambio visible en su rendimiento físico o maquillaje que muestre signos de envejecimiento, lo que hace que los saltos en el tiempo parezcan artificiales. Nuestra única pista a medida que pasa el tiempo es cuando Sarah se gira repetidamente para revelar su vientre recién embarazado, como un susto en una película de terror.

Al igual que en «Room», Sarah inventa un cuento de hadas para ayudar a sus hijos a comprender su pasado y su angustioso presente. Se presenta a sí misma como una princesa de hadas a quien su malvado padre le ha cortado las alas porque ama a un príncipe. Al final de «La chica del sótano», su príncipe Chris de la vida real aparece en su motocicleta y la rescata en un viaje hacia su final feliz. Este final sentimental ignora las difíciles realidades de la traumatizante experiencia de Sarah y hace del romance el foco principal, lo que parece falso ante una situación de vida o muerte.



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