La prisión, una institución vulnerable al narcotráfico


Ésta es una nota a pie de página que un lector ansioso podría hojear sin prestar atención. Cuatro líneas y media, nada más, incluidas en el informe de la comisión de investigación del Senado sobre el narcotráfico. Aquí está el contenido, en su totalidad: «En una respuesta escrita conjunta al cuestionario del ponente, la dirección de la administración penitenciaria y el servicio nacional de inteligencia penitenciaria subrayan que el «riesgo de fuga premeditada, en relación con la red u organización a la que pertenece [les détenus] pertenecen, así como los medios financieros a su disposición que les permiten financiar tal proyecto y su fuga” es real y “aumenta con una elevada cuantía de penalización”. »

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Esta advertencia, publicada el martes 14 de mayo poco antes de las diez de la mañana, suena como un eco inquietante del asalto ultraviolento a la furgoneta que transportaba al detenido Mohamed Amra, conocido como «la Mosca», dos horas más tarde, en un peaje de Eure. liberar a este narcotraficante a costa de la vida de dos funcionarios de prisiones.

Al día siguiente de la tragedia, mientras se desarrolla la persecución y todo el mundo se pregunta sobre el paradero de la banda fugitiva, se abre otro debate: el de la vulnerabilidad de la institución penitenciaria frente al tráfico de drogas. Si la espectacular fuga de Mohamed Amra pone de relieve las motivaciones y los medios ilimitados de los narcotraficantes, otros acontecimientos recientes advierten de la fragilidad de la institución penitenciaria. Múltiples incautaciones de drogas en las cárceles, fusilamientos ordenados desde una celda, casos de corrupción… Los magistrados especializados señalan: la prisión no es un «parada» en la carrera de un traficante, que puede encontrar otras formas de continuar distanciando sus actividades.

“Haciendo alianzas”

Esta prisión que “ya no rompe vínculos con el mundo exterior” es uno de los temas principales del informe del Senado. Y varias de las ciento cincuenta y ocho audiencias realizadas en seis meses arrojan luz sobre las debilidades crónicas de la institución penitenciaria frente al crimen organizado. “La detención ya no pone fin a las actividades de los líderes de las redes, quienes, a pesar de tener entre una y diez órdenes de procesamiento criminal, continúan patrocinando asesinatos o gestionando sus acuerdos como si estuvieran fuera. La detención se considera un riesgo profesional”subrayó Isabelle Fort, fiscal adjunta del tribunal judicial de Marsella encargada de la jurisdicción interregional especializada.

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