Solo para aclarar, la ubicación de «Top Gun» aquí no es un juicio sobre la calidad general de la película de aviación de 1986 sino, más específicamente, cómo le va como una película de Meg Ryan. Con su postura masculina y su patrioterismo militar descarado, «Top Gun» es la quintaesencia de los años 80, pero no es un escaparate particularmente memorable para la propia Ryan. Aborda un papel secundario como Carole Bradshaw, esposa del piloto naval Nick «Goose» Bradshaw (Anthony Edwards) y madre de su pequeño hijo Bradley.
Narrativamente hablando, Carole y Bradley existen en el «Top Gun» original con el único propósito de hacer que la trágica muerte de Goose a mitad de la película duela mucho más de lo que ya duele. Es un papel desagradecido, sin duda, pero Ryan comparte una química sólida, aunque breve, con Edwards y ofrece un momento desgarrador mientras Carole lamenta la muerte de Goose. Aún así, tan intrascendente para la saga «Top Gun» es Carole que la idea de traer a Ryan de regreso para «Top Gun: Maverick» nunca estuvo sobre la mesa. De hecho, los poderes fácticos decidieron que sería mejor si el personaje muriera entre películas. Eso debería decirte todo lo que necesitas saber. Dicho todo esto, Ryan hace un buen trabajo con el material que le da en «Top Gun», pero no es ella la razón por la que vemos la película, y eso no es su culpa.