Las historias más tristes y extrañas de animales en el espacio


Jamón, el chimpancé juvenil con entrenadores en Cabo Cañaveral, Florida, el 31 de enero de 1961.

Jamón, el chimpancé juvenil con entrenadores en Cabo Cañaveral, Florida, el 31 de enero de 1961.
Foto: NASA

El chimpancé Ham es famoso por ser el primer gran simio en el espacio, y obtuvo esta distinción el 31 de enero de 1961. Un objetivo clave de esta misión Mercury-Redstone de la NASA era determinar si los animales podían realizar tareas en el espacio. Para ello, a Ham, que solo tenía 2 años cuando comenzó el entrenamiento, se le enseñó a mover palancas, tanto para recibir premios en forma de bolitas de plátano como para evitar castigos en forma de descargas eléctricas en los pies. Ham, además de lidiar con las aterradoras demandas de los vuelos espaciales, también tuvo que evitar activamente recibir descargas eléctricas durante su viaje. El joven chimpancé se desempeñó excepcionalmente bien y bajo una adversidad increíble, como la NASA explica:

Ham realizó bien estas tareas, presionando la palanca de evasión continua unas 50 veces y recibiendo solo dos descargas por mal momento. En la palanca de evasión discreta, su puntaje fue perfecto. El tiempo de reacción en la palanca de luz azul promedió 0,82 segundos, en comparación con un rendimiento previo al vuelo de 0,8 segundos. Ham había pasado de una fuerte carga de g de aceleración en la salida a seis minutos de ingravidez ya otra gran carga de g en el reingreso sin fallar un solo truco. Las cámaras a bordo que filmaron la reacción de Ham a la ingravidez también registraron una cantidad sorprendente de polvo y escombros flotando dentro de la cápsula durante su cenit.

La exitosa misión sentó las bases para Alan Shepard, quien se convirtió en el primer ciudadano estadounidense en llegar al espacio en 1961. Jamón vivió el resto de su vida en zoológicos.



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