“Nadie vendrá a por ti”, cuenta el infierno de la vida cotidiana un soldado francés que fue a luchar a Ucrania


Romain Rouillard / Crédito de la foto: DIEGO HERRERA CARCEDO / ANADOLU / ANADOLU VIA AFP
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21:25 27 de febrero de 2024

Deje la comodidad del hogar para sumergirse en una zona de guerra con temperaturas de hasta -30 grados. Hoy, Adam*, un soldado francés que regresa deUcrania, no se arrepiente en modo alguno de su elección. A sus 30 años, luchó durante 19 meses junto a los soldados de Kiev, frente a las tropas rusas que habían venido a invadir a su vecino. «No dudé ni un solo momento. El principal motivo que me empujó a irme fue la defensa de los valores y la democracia», afirmó en un contundente testimonio pronunciado ante Europa.

Teniendo en cuenta la dureza de las batallas, Adam todavía se toma el tiempo para pensar detenidamente. «Beaucoup pensent que l’on part comme ça, sur un coup de tête. Mais c’est une réflexion qui est très poussée, il y a beaucoup de dangers et de risques à partir dans une aventure comme ça», concède-t- Él. Cautivado por su deseo de luchar por los valores que defiende, este exsoldado toma su decisión: se unirá a una unidad de élite ucraniana. En el frente, Adam aporta una experiencia bienvenida a sus hermanos de armas.

“Hay que saber hacerlo todo uno mismo”

“Aportamos muchas cosas, porque dominamos Armas de la OTAN recibidas por Ucrania. Kiev recibe muy poco material de la antigua Unión Soviética. Ya estamos entrenados con las armas de la OTAN y, por lo tanto, podemos utilizarlas rápidamente», explica Adam a Hélène Zelany. El ex soldado también habla del ingenio y la habilidad de los soldados franceses, dos cualidades esenciales en un terreno de guerra tan exigente como Ucrania.

Adam pone así el ejemplo de un vehículo que se encontraría averiado en medio del campo. «No es como en el ejército francés, donde llamas al apoyo que viene a recogerte. Allí es realmente ingenioso. Tendrás un trozo de cinta adhesiva y el serflex y repararás las turbinas que están rotas». Las habilidades mecánicas también son esenciales. «Si en algún momento nos encontramos con minas y tenemos cuatro neumáticos en dos camionetas que se caen, no tenemos un camión con neumáticos en la parte trasera. Entonces hay que saber reparar un neumático o, al menos, , hazlo aguantar para recorrer unos kilómetros y salir de allí”.

Y en caso de que un soldado resulte herido, “nadie vendrá a buscarte”, asegura Adam. «Tienes que poder exfiltrar a los heridos tú mismo». En términos generales, “hay que saber hacerlo todo uno mismo”. Todo ello bajo temperaturas a veces gélidas que acentúan la intensidad de la guerra. «Cuando estábamos en Bajmut, podríamos caer a -20, -30 grados. Y allí no tienes calefacción ni manta. Es una guerra extremadamente intensa, no puedes darte el lujo de poder llevar equipo contigo», describe Adam. Y para ilustrar aún más la dureza de la vida diaria. «Durante el día, habrá 0 grados, por lo que Hará calor, pero por la noche hará -30 grados y todo lo que lleves puesto estará lleno de sudor. Así que tendrás frío, pero no tendrás con qué cubrirte».

«Como en 14-18»

Esta guerra en Ucrania tiene también la particularidad de mezclar rusticidad y modernidad. En el frente, los soldados no tienen más remedio que adaptarse. «Hoy en día necesitamos equipos modernos, en particular drones que proporcionen una visibilidad verdaderamente aumentada. Pero nos damos cuenta de que, al final, para protegernos de todo lo que encontramos en el campo de batalla, la única manera que encontramos fue cavar un hoyo de combate y enterrarnos». en él. Como en 14-18″, testifica Adán.

Los soldados ucranianos también tienen que lidiar con el enjambre de drones enemigos que desfila sobre sus cabezas. En estos casos, “sinceramente, no hay mucho que puedas hacer”, admite Adam. Si bien los rifles anti-drones siempre podrán protegerse de la amenaza de uno o dos drones, bajo ninguna circunstancia podrán diezmar todo el enjambre. «Estos son drones civiles que no cuestan casi nada. Así que vamos a destruir X cantidad de drones y siempre habrá más que regresen».

Una ecuación difícil de resolver para estos soldados ucranianos a los que Adam abandonó hace unos meses. «Regresé a mi vida civil. Cumplí todos los objetivos que me había propuesto», asegura este treintañero que también quiso preservar su futuro. «Cuando salimos para ayudar a Ucrania, no tenemos estatus de combatientes. No contribuimos para la jubilación, no contribuimos para nada. Teóricamente, en los papeles, son años los que perdemos. No podemos irnos indefinidamente», concluye.



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