“No podía oírlo”: tras su liberación de Hamás, los niños sólo hablan en susurros


Inès Zeghloul, editado por Laura Laplaud / Créditos de las fotografías: AHMAD GHARABLI / AFP
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7:06 am, 29 de noviembre de 2023

Pocos días después de su liberación, los niños que permanecieron en manos de Hamás durante 50 días conservan las cicatrices de su encierro. Los niños secuestrados parecen haber sido condicionados a no hacer ruido y, como resultado, algunos de ellos se encogen en silencio o susurran constantemente.

EL Rehenes retenidos por Hamás en Gaza. ¿Lograrán recuperarse psicológicamente? Seis días después del inicio de la tregua entre Israel y Hamás60 rehenes israelíes, mujeres y niños, fueron liberados y pudieron reunirse con sus seres queridos. Desde entonces, se han multiplicado los testimonios sobre un fenómeno que afecta a los niños: algunos se esconden en silencio o susurran constantemente.

“Ella estaba susurrando, no podía escucharla”

Con el rostro demacrado y lívido, las imágenes de la liberación de Emily, por ejemplo, son impactantes. La niña israelí-irlandesa de nueve años, liberada el pasado sábado, corre y salta a los brazos de su familia, pero permanece extrañamente silenciosa. Thomas, su padre, en declaraciones a CNN, describe esta escena que experimentó, según sus palabras, como un puñetazo en el estómago. “Lo más impactante, lo más inquietante, fue que ella estaba susurrando, no podía escucharla. Tuve que acercar mi oído a sus labios, justo a esa distancia y decirle ‘¿qué dijiste?’. «Pensé que te habían secuestrado», dijo.

“Los terroristas de Hamás dijeron a los niños secuestrados que hablaran en voz muy baja”

Desde entonces, la pequeña rubia ha vuelto al capullo familiar pero todavía se esconde en silencio o sigue susurrando. Un fenómeno que también observó Meri, cercana a los niños liberados del kibutz de Beeri. «Los terroristas de Hamás dijeron a los niños secuestrados que se sentaran en silencio y hablaran en voz muy baja para que no se notara su ubicación. Entonces, cuando las niñas llegaron a casa, estaban susurrando y su madre descubrió que algo andaba mal», testifica.

Como condicionados a no hacer ruido, estos cincuenta días de cautiverio ya dejan su huella. Otros testimonios relatan ataques de llanto y noches de insomnio.



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