Reseña de ‘Sidney’: el resplandeciente retrato de Sidney Poitier de Reginald Hudlin


El documental de Reginald Hudlin sobre Sidney Poitier debe considerarse el comienzo, no el final, de la evaluación de la carrera del prolífico actor. Sidneyque se estrenó en TIFF y se transmite en Apple TV+ a partir del 23 de septiembre, crea el tipo de retrato hagiográfico que el público ha llegado a aceptar, incluso desear, de figuras famosas.

Esta útil cartilla relata cronológicamente el legado de Poitier, desde su nacimiento en 1972 hasta su muerte en enero de 2022. Al principio, aprendemos que la vida del actor no estaba garantizada. Nació dos meses prematuro y muchas personas, incluida la partera de su madre, le pronosticaron una muerte inminente. La mañana siguiente al nacimiento de Poitier, su padre consiguió una caja de zapatos para enterrar al bebé. Pero la madre de Poitier poseía una fe duradera: visitó a un adivino que le dijo que no se preocupara por la supervivencia de su hijo. Poitier no solo viviría, sino que viajaría a diferentes rincones de la Tierra, sería rico y famoso y llevaría el apellido de su familia por todo el mundo.

Sidney

La línea de fondo

Una introducción segura, aunque sin desafíos, a un legado imponente.

Fecha de lanzamiento: Viernes 23 de septiembre (Apple TV+)
Director: Reginaldo Hudlin
Guionista: jesse james miller

Clasificado PG-13, 1 hora 51 minutos

La historia, que Poitier cuenta a mitad de la película, funciona como metáfora del legado del actor. Pasó su vida logrando lo imposible: se convirtió en actor, era comercialmente viable y fue la primera persona negra en ganar el Premio de la Academia al Mejor Actor. Su ascenso en Hollywood, una industria históricamente nacionalista, conservadora y racista, cumplió con creces las predicciones del adivino.

Los primeros años de Poitier estuvieron marcados por el movimiento y el descubrimiento. Pasó los primeros quince años de su vida en las Bahamas, primero en Cat Island y luego en Nassau. Mudarse a la capital amplió la comprensión del mundo de Poitier: fue allí donde recuerda haber visto un automóvil por primera vez y aprendió cómo funcionan los reflejos en los espejos. Hudlin filma de cerca las entrevistas en las que Poitier habla de su educación, de modo que el rostro del actor casi siempre envuelve la pantalla. Este punto de vista replica la intimidad conjurada en las actuaciones de Poitier. Cuando pregunta «¿me oyes?» después de contar la historia del espejo, se siente como si nos estuviera hablando a nosotros, los espectadores, a nivel individual.

Es esta presencia la que hizo de Poitier un actor de éxito, aunque no empezó así. Después de 15 años en las Bahamas, Poitier se mudó a Miami. Antes de mudarse a los Estados Unidos, Poitier no consideró su apariencia. “Acabo de ver lo que vi”, dice en un momento. Pero pasar un tiempo en Florida cambió lo que vio y cómo lo procesó. Empezó a presenciar la relación violenta entre raza y poder.

Poitier finalmente se mudó a Harlem, donde tomó un trabajo como lavaplatos y aprendió a leer. Nunca había actuado antes, pero después de encontrarse con una llamada de audición en el Noticias de Ámsterdam, intentó su mano en él. La audición fue terrible, pero Poitier, a quien no se le dice que no, decidió mejorar. Compró una radio para poder perder su acento imitando la voz sedosa de Norman Brokenshire. Compró libros y tomó clases, luchando con las líneas mientras trabajaba en múltiples trabajos de servicio. Cuando obtuvo otra audición y reservó un papel, el teatro se convirtió en su terapia. “La actuación me ofreció un área donde podía ser exhibicionista, donde podía dar rienda suelta a algunas de mis frustraciones, donde podía verter parte de mi confusión y otros males en un personaje ficticio”, dice Poitier en el documento.

Para Poitier, actuar era un lugar de juego, una forma de habitar vidas que no estaban disponibles para él. Quizás por eso sus actuaciones eran tan eléctricas. Una vez Sidney va más allá del vertedero biográfico de la primera mitad, organiza la vida de Poitier a través de sus papeles. De Los desafiantes y lirios del campo a Adivina quién viene a cenar y Buck y el predicadorHudlin usa la filmografía de Poitier como plataforma de lanzamiento para hablar sobre el oficio, las amistades, las aventuras amorosas y el éxito del actor.

Hudlin no es ajeno a la reconstrucción de las vidas de los gigantes. Dirigió el documental de Netflix del 2019 sobre el ejecutivo musical y productor Clarence Avant, El padrino negro. En esa película, como en Sidney, Hudlin reúne un coro de familiares, amigos y admiradores del sujeto. Ordena sus testimonios para que encajen en un molde narrativo bastante convencional: una historia de superación y luego de éxito. Los aspectos más complicados de la vida de una persona se tratan como marginalia.

En Sidney, Hudlin entrevista a los hijos de Poitier, su ex esposa Juanita Hardy, su amigo Henry Belafonte y muchos otros. Sus historias anclan la película en lo personal. Las perspectivas de personajes como Denzel Washington, Morgan Freeman, Halle Berry y Spike Lee sitúan a Poitier dentro de un largo legado de actores negros. Escritores como el difunto Greg Tate y el historiador de Poitier, Aram Goudsouzian, agregan una capa necesaria de crítica cultural y contexto.

Pero ninguna voz suena más fuerte o con más pasión que la de Oprah Winfrey, quien también produjo el documental. Ella habla de la primera vez que se encontró con Poitier, cómo él moldeó su sentido de lo que era posible. Cuando habla de su primera interacción, en una fiesta de cumpleaños organizada para ella por Quincy Jones, su voz tiembla, insinuando las lágrimas por venir.

Hay momentos en Sidney que se sacuden el aire obediente de la canonización para llegar a un retrato más complejo de Poitier. En estas partes del documento, Hudlin aborda el asunto de Poitier con su Blues de París la coprotagonista Diahann Carroll; sus luchas por mantener su integridad; su doloroso divorcio de Hardy; y la tumultuosa amistad con Belafonte, con quien a menudo competía por papeles. El Poitier que emerge de estos atisbos es un hombre que asume las responsabilidades de la representación mientras trata de descifrar su propia vida; no son solo las partes más fuertes del documento, también se sienten como las más honestas.





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