«The NeverEnding Story» presenta la Nada como una tormenta furiosa, porque la película es un medio visual y la «fuerza invisible que consume todas las cosas» no se traduce exactamente en la pantalla. El visual de la tormenta es perfecto porque captura la inevitabilidad desmoralizadora de su poder. Aquellos que habitan el mundo de Fantasia parecen generalmente felices y alegres, pero finalmente se dan cuenta de que no pueden vivir sus vidas al máximo, ya que la amenaza constante de que la Nada se los lleve ha arrojado una sombra sobre todos ellos. Hay una sensación de temor que se avecina en cada esquina, e incluso ha inspirado a algunos personajes, como Rockbiter, a sentir que la vida no vale la pena vivirla.
Al igual que los pantanos de la tristeza, la nada sirve como metáfora tanto del dolor como de la depresión. A medida que la Nada continúa consumiendo, se vuelve más y más difícil resistir la inevitabilidad. Todos los signos apuntan a la desesperanza y la pérdida, y luchar para ver otro día se siente como una imposibilidad. La Nada se cuela en tu conciencia de la misma manera que lo hace la enfermedad mental, secuestrando por completo cualquier pensamiento racional y reemplazándolo con desánimo. La Nada, al igual que la depresión, es debilitante. Tratar de luchar contra la Nada (al igual que tratar de luchar contra la depresión) parece poco práctico, porque la única forma de detenerlo es utilizar lo mismo que destruye: la esperanza, el amor y la imaginación. Se parece mucho a que te pregunten «¿no has probado no estar deprimido?»