“Todos nosotros extraños”: una de las historias de amor más tiernas del cine moderno


El fantástico drama de Andrew Haigh envía a un hombre gay a un viaje a través del tiempo y la memoria para visitar a sus padres fallecidos.

“Si me siento solo, no es porque sea gay”: Adam (Andrew Scott, izquierda) vive momentos felices de unión gracias a Harry (Paul Mescal).

Estudios del siglo XX

Cuando las pérdidas y el dolor del pasado son demasiado grandes, el presente se puebla de fantasmas, esos fantasmas que invocas en tu memoria y de los que luego no puedes deshacerte. “Todos nosotros extraños” es una historia de fantasmas y sufrimiento, una gran inspección del hombre moderno y su forma de llorar.

Y es una de las historias de amor más tiernas del cine moderno. El hecho de que lo que aquí se ilustra de forma sutil y a veces reverente sea el afecto entre dos hombres es importante o no. Ser gay es un tema importante, pero no el único, en la película dirigida por Andrew Haigh. Con Adam (Andrew Scott) y Harry (Paul Mescal), los dos amantes, queda claro el desafío que significa la intimidad, entendida como reconocimiento y aceptación mutuos, más allá de la orientación sexual.

Conociendo a los padres muertos

Los dos hombres son vecinos, ambos residentes de un edificio de apartamentos anónimo de gran altura en Londres. Harry hace insinuaciones muy directas a Adam. Al principio es sólo un coqueteo, pasan una noche juntos. Adam es guionista y trabaja en un guión sobre su propia historia, su juventud en los años ochenta. Viaja regularmente a los suburbios, a casa de sus padres. Allí conoce milagrosamente a sus padres, quienes murieron en un accidente automovilístico cuando él tenía doce años. La pubertad de Adam, su carácter queer, su vida como autor: sus padres se perdieron todo esto.

¿Quién es esta pareja, interpretada por Jamie Bell y Claire Foy, que vive como si los años ochenta nunca hubieran pasado? ¿Son proyecciones del hijo, a quien el dolor no resuelto le está jugando una mala pasada? ¿Son fantasmas varados en un reino intermedio de nostalgia? ¿Son actores del guión de Adán, que toma forma en la realidad concreta, del mismo modo que la imaginación de un artista puede volverse real, como concretizaciones de una verdad poética superior?

El enigma no está resuelto. Éste es el logro estético más destacado de la película: a pesar de toda su apertura a interpretaciones y lecturas, muestra algo muy directo: cómo es el duelo. Que las heridas, las oportunidades perdidas, los insultos tácitos del ayer ayuden a moldear nuestro hoy.

Ponerse al día saliendo

Adam visita tres veces a sus padres, quienes ahora conocen a su hijo como adulto. No sabían que era gay y su salida del armario es causa de muchos momentos conmovedores y dolorosos. «¿No es la gente mala contigo hoy?», pregunta la madre, cuyo mundo es el de la era Thatcher. “No, hoy las cosas son diferentes”, dice el hijo con una mezcla de indulgencia y diversión. “Dicen que es una vida solitaria”, se preocupa la madre. «Si me siento solo, no es porque sea gay», responde Adam.

¿Son fantasmas o surgen de la imaginación de Adama?  Jamie Bell y Claire Foy interpretan a los desafortunados padres que de repente parecen muy reales otra vez.

¿Son fantasmas o surgen de la imaginación de Adama? Jamie Bell y Claire Foy interpretan a los desafortunados padres que de repente parecen muy reales otra vez.

Estudios del siglo XX

Andrew Scott interpreta a este hombre de unos treinta y tantos años como un hombre seguro de sí mismo que al mismo tiempo está herido por la pérdida y la soledad. El anhelo de cercanía y consuelo de los padres se cubre con un fino barniz de decepción. Su forma educada de instruir a su padre y a su madre sobre la vida en el siglo XXI se mezcla con desafío y resentimiento.

La conversación con el padre, que sospechaba que su hijo era gay – «eras bastante duro de niño» – pero no lo apoyó y obligó al niño a realizar rituales de masculinidad (sentarse con las piernas abiertas, jugar al fútbol) es uno de los momentos más conmovedores de la película. Porque el padre lamenta su falta de sensibilidad y solidaridad, y a su vez añora la cercanía a su amado, pero siempre distanciado, hijo. Pocas veces se han visto ilustradas de esta manera en una película las altas exigencias morales y emocionales que debe alcanzar una reparación seria.

Paralelamente al viaje a través del tiempo y la memoria, Adam y Harry se acercan en el presente, aunque presente es un término cuestionable en esta narrativa que entrelaza los niveles del tiempo y la imaginación. Harry, por su parte, está herido: por la medianía de su familia, que, en su saturación burguesa, tiene que reprimir y marginar a los queer. Harry parece perdido, deambulando por clubes nocturnos y romances casuales. El afecto de Adán podría ser un ancla en esta vida agobiada por las dudas y el miedo.

Trabajo de cámara virtuoso

En su brillante interpretación, Paul Mescal nos muestra los puntos de ruptura de la masculinidad moderna. Qué difícil es parecer tranquilo y al mismo tiempo permanecer sensible, informal y al mismo tiempo serio y autoritario en asuntos personales. El trabajo de cámara de Jamie D. Ramsay está magistralmente adaptado a este juego diferenciado: principalmente en primeros planos, nos acerca literalmente a los personajes y captura su naturaleza ambivalente en imágenes precisas.

«Sé lo fácil que es dejar de cuidar de uno mismo», dice Harry en un momento. Esto describe una carga que pesa sobre toda persona frágil y fundamentalmente dañada: el esfuerzo por llevar una vida de clase media y convencionalmente exitosa. Los encuentros de hoy y las conexiones de ayer: Ambos representan desafíos sociales, mentales y psicológicos. Para que el presente tenga éxito, el pasado debe, si no limpiarse, al menos ser reconocido y aceptado en sus efectos formativos. “Todos nosotros extraños” exige este proyecto a sus héroes y a nosotros, los espectadores. Y esta impertinencia es una dicha cinematográfica.

Un hombre herido por la pérdida y la soledad: Andrew Scott como Adam.

Un hombre herido por la pérdida y la soledad: Andrew Scott como Adam.

Estudios del siglo XX



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