Una nueva regla de la UE puede exponer a los lavadores verdes


En 2023, todos las empresas que cotizan en mercados regulados de la Unión Europea comenzarán a aplicar la Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD), una nueva norma que les obligará a publicar, a partir de 2024, información detallada sobre cómo se relacionan con el medioambiente, el trato a los empleados, los derechos humanos, anticorrupción, soborno y diversidad en la sala de juntas. Es un paso bienvenido hacia la mejora del funcionamiento de un mercado multimillonario conocido como ESG (medio ambiente, sociedad y gobierno), que durante mucho tiempo ha estado preocupado por las inconsistencias en la calidad de los datos, los estándares de informes y los métodos utilizados para generar las calificaciones ESG de las empresas.

La nueva regla de la UE intentará domar el Lejano Oeste de ESG de tres maneras. En primer lugar, las empresas deben cumplir las normas de sostenibilidad obligatorias de la UE, lo que debería aportar una mayor calidad y coherencia a sus informes. En segundo lugar, la información reportada por las empresas debe ser auditada, lo que en teoría debería conducir a un mayor escrutinio (los antecedentes de las empresas de auditoría sugieren que también se necesitará vigilancia en esta nueva área). En tercer lugar, las empresas deben expandirse más allá de la práctica existente de informar sobre cómo los factores ESG impactan en su negocio para informar también sobre cómo su negocio impacta el medio ambiente, la sociedad y la gobernanza. Esta doble perspectiva debería facilitar que los inversores, los reguladores y los consumidores recompensen o castiguen a las empresas en función de su desempeño ESG.

La falta de transparencia, explicabilidad y responsabilidad del mercado ESG crea un riesgo para los inversores y las empresas. En 2022, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC, por sus siglas en inglés) multó a una unidad de inversión del banco BNY Mellon con 1,5 millones de dólares por tergiversar la información ESG y abrió una investigación a Goldman Sachs por ventas incorrectas de ESG. El regulador de Alemania también abrió una investigación sobre DWS Group, la unidad de fondos de Deutsche Bank AG.

Es probable que haya más escrutinio regulatorio en 2023, lo que pondrá aún más a prueba la credibilidad del propio mercado ESG. El año pasado, Gary Gensler, el jefe de la SEC, consideró necesario publicar una advertencia en Twitter de que las empresas pueden estar haciendo un “lavado verde” (afirmando falsamente que son “verdes” o “sostenibles”) y que hay una falta de consenso sobre qué Invertir ESG incluso significa. Además, Elon Musk tuiteó: “ESG es una estafa. Ha sido utilizado como arma por falsos guerreros de la justicia social” después de que S&P 500 eliminó a Tesla, su compañía de vehículos eléctricos, de su índice ESG pero calificó a ExxonMobil, una supermajor petrolera (y, por lo tanto, un súper contaminador) entre sus mejores resultados. S&P 500 defendió su decisión señalando acusaciones de discriminación racial en las fábricas de Tesla, que plantearon cuestiones tanto filosóficas como legales. Por ejemplo, ¿es más útil calificar el desempeño de las empresas en el medio ambiente, la sociedad y la gobernanza por separado, en lugar de en conjunto? ¿O los tres factores ESG están inextricablemente unidos?

Tales preguntas han existido durante años, pero adquirieron una nueva urgencia después de que Rusia invadiera Ucrania. Las agencias de calificación ESG preguntaron si deberían continuar evitando a los fabricantes de armas (ya que fabrican productos diseñados deliberadamente para dañar y matar humanos) o aumentar las calificaciones ESG de esas empresas para reflejar su papel en la defensa de las democracias. Esto llevó a algunos críticos a argumentar que tales consideraciones éticas no deberían ser abordadas por personas no elegidas que trabajan en las agencias calificadoras; en cambio, deberían recaer en los representantes electos. Sin embargo, esto sugiere que solo los representantes electos deberían opinar sobre la ética empresarial, una visión con la que muchos líderes de empresas, empleados, inversores y consumidores están profundamente en desacuerdo. En 2023, este debate se volverá aún más intenso a medida que las empresas y las agencias de calificación reflexionen no solo sobre las implicaciones a largo plazo de la invasión rusa de Ucrania, sino también sobre otros riesgos, como la posibilidad de que China actúe contra Taiwán.

En 2023, también se pondrán en marcha nuevos esfuerzos para regular ESG. El año pasado, la SEC propuso una regla que haría que las empresas públicas informaran sus riesgos relacionados con el clima, las emisiones y los planes de transición a cero neto. Sin embargo, incluso si esto no sucede, las empresas comenzarán a sentir una presión cada vez mayor este año por parte de los bancos centrales. El Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Inglaterra y el Riksbank de Suecia han anunciado planes para exigir estándares más altos de informes climáticos para alinear sus carteras con el Acuerdo de París de 2015 para limitar el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. La Fundación de Normas Internacionales de Información Financiera, que establece normas contables globales, también ha creado una nueva Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad que ahora está trabajando para establecer normas globales para informes ESG. Es posible que el Lejano Oeste de ESG no sea salvaje por mucho más tiempo.



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