Con la inteligencia artificial, casi uno de cada dos franceses teme por su puesto de trabajo


Una cartera llena y una salud de hierro no son suficientes para la felicidad, pero son una obsesión cotidiana. Especialmente al final de dos años de locos valses discográficos como nunca antes habíamos experimentado desde los años 80. ¿“Salir del armario”? No es certero. Sin duda, la subida de los precios ha vuelto en general a niveles mucho más llevaderos: después de haber superado el 10% en octubre de 2022, la inflación volvió al 2,4% en la zona del euro y al 3,4% en Francia en noviembre. Pero el Ministro de Economía, Bruno Le Maire, bien puede asegurar “La inflación está derrotada, es un verdadero éxito económico”este no es exactamente el sentimiento de los franceses.

Según la última encuesta de Ipsos, realizada con motivo de la entrega del Premio del Libro de Economía el miércoles 13 de diciembre en Bercy, una buena mayoría de los encuestados (60%) cree que la situación se deteriorará aún más en 2024. Sólo un tercio El partido ve una mejora en el frente de la inflación para 2024, que es el pronóstico de la mayoría de los economistas y del gobierno. Los consumidores entienden que, en el mejor de los casos, el aumento podría detenerse, pero que no volverán a la situación anterior. Experimentan una pérdida neta de su poder adquisitivo que los aumentos salariales no compensan completamente. No es de extrañar, por tanto, que coloquen la cuestión de la inflación y sus consecuencias en el bolsillo en el primer lugar de sus preocupaciones.

“Esto refleja un pesimismo masivo que recorre a toda la población”, explica Mathieu Gallard, director de asuntos públicos de Ipsos y autor de la encuesta. En última instancia, se hacen eco de la cautela mostrada por los bancos centrales, que persisten en mantener sus tipos de interés en los niveles más altos a pesar de los primeros signos de un cambio de rumbo en la economía.

División generacional

Este estudio de opinión pública, realizado a principios de diciembre, tiene el mérito de arrojar luz sobre la jerarquía de las prioridades francesas. Justo detrás del poder adquisitivo, citado en casi el 45%, se encuentra la otra gran obsesión desde la crisis del Covid-19: la salud pública. Dos preocupaciones que trascienden las divisiones partidistas y que ambas han sido generadas por la crisis sanitaria. El futuro del sistema de salud es una preocupación compartida por igual independientemente de la orientación política.

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Ces deux sujets, la hausse des prix et la santé, relèguent très loin derrière des thèmes autrefois plus populaires et qui, eux, restent éminemment clivés politiquement, qu’il s’agisse des inégalités, des salaires, des impôts, des retraites ou de la deuda. Este último punto, por ejemplo, es un tema clásico de la derecha, que lo vincula al del gasto público y la fiscalidad. Sólo ocupa la novena posición en la clasificación general y prácticamente no se le menciona en la izquierda. La cuestión de la deuda y los déficits sigue siendo muy secundaria a los ojos de los franceses. Lo que explica por qué el discurso sobre el final de “cueste lo que cueste” no tiene buena aceptación en la opinión pública”., asegura Mathieu Gallard. Queda una tercera categoría de cuestiones que ya casi no parecen ser una prioridad, a pesar de su importancia político-económica: el desempleo, los servicios públicos, las condiciones de trabajo. Tres ámbitos que, sin embargo, son mucho más citados por los más jóvenes.

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