Crisis social en Mayotte: «Aquí no somos franceses»


Rompiendo todos los récords europeos en términos de pobreza y demografía, Mayotte experimenta repetidas crisis sociales. Un mes después de la serie de ataques muy violentos cometidos por bandas rivales, los funcionarios locales y nacionales parecen muy poco capaces de salvar este barco a la deriva. Mientras que el ministro del Interior y Territorios de Ultramar, Gérald Darmanin, tiene previsto visitar el departamento de ultramar, del 30 de diciembre al 2 de enero, con el fin de hacer balance de los refuerzos comprometidos por el gobierno para luchar contra la inseguridad, volver a las «heridas » de Mayotte.

“Aunque tengamos un documento de identidad, aquí no somos franceses. En Francia, puedes ir a la escuela,
estudiar y encontrar un trabajo. Aquí no hay más que pobreza y violencia. Estamos lejos, somos negros, no les interesa ayudarnos. »
Basta un rápido repaso para ilustrar las palabras de De Baco [il préfère se faire appeler par son surnom connu de tous]. El joven de 17 años pasa la mayor parte de sus días allí, con su grupo de amigos, al pie de un barrio marginal en Kawéni, en la comuna de Mamoudzou, la capital del departamento. Donde niños harapientos juegan entre basura y cadáveres carbonizados. Tienen el cráneo cubierto de costras o el vientre hinchado por la desnutrición. El sol post-lluvia cuece la basura que se amontona en los barrancos mientras los niños pequeños, de nuevo, saltan felices en ese jugo inmundo retenido en charcos en los cráteres de las vías.

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Miseria absoluta en la Francia de 2022 pero que, en Mayotte, es generalizada, banal. En Mamoudzou, como en varios de los municipios más poblados, más de la mitad de la población vive así, hacinados en barrios marginales. Las últimas cifras del INSEE, que datan de 2018 cuando la pandemia de Covid-19 empobreció aún más a la población, brindan algunos datos sobre esta pobreza endémica. Casi la mitad de los aproximadamente 300 000 habitantes de Mayotte (42 % en 2018) viven así con menos de 160 euros al mes. Si bien esta precariedad extrema está más extendida entre los hogares extranjeros, toda la población se ve afectada por este flagelo: seis de cada diez hogares cuyo “jefe de hogar” es un nativo de Mayotte viven por debajo del umbral de la pobreza.

Beneficios sociales ineficaces

Ante esto, las prestaciones sociales son ineficaces y “representan solo el 17% del ingreso promedio de los hogares pobres (en comparación con el 63% en Guyana, por ejemplo)”, recuerda el INSEE en 2018. Con criterios de elegibilidad que no se corresponden con la realidad del territorio –en particular, es necesario acreditar quince años de residencia legal en el departamento–, los extranjeros quedan excluidos de manera abrumadora de este sistema redistributivo, y principalmente de la renta activa solidaria (RSA). El cual, por falta de alineamiento de derechos sociales entre el departamento y el resto del país, se queda en la mitad de alto.

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