El deber de dar ejemplo, una exigencia política de contornos vagos


Se blande sobre las vacaciones del ex ministro de Educación Jean-Michel Blanquer, en Ibiza en plena Covid-19 y las luces que permanecen encendidas por la noche en el Ministerio de Transición Ecológica; reivindicado por el diputado de La France Insoumise (LFI) del Norte, Adrien Quatennens, cuando admite haber abofeteado a su ex esposa, y luego nuevamente cuando renuncia a su cargo en la Asamblea Nacional; opuesto tanto al diputado Europa Ecología-Los Verdes (EELV) de Val-d’Oise Aurélien Taché, cuando fue, borracho, a una obra de teatro, como a Nicolas Sarkozy, dos veces condenado y que será juzgado, a principios de 2025, por “corrupción pasiva, conspiración criminal, financiación ilegal de una campaña electoral y encubrimiento de malversación de fondos públicos libios”. Si la ejemplaridad es un deber, sus contornos resultan vagos y cambian según los escándalos. ¿Dónde comienza y termina el “deber de dar ejemplo”?

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“El término “ejemplaridad” ha invadido recientemente nuestro corpus normativo, más como un eslogan que como un concepto definido con precisión”, escribe Eric Buge, ex subsecretario general de la Alta Autoridad para la Transparencia en la Vida Pública (HATVP) y autor de Ley de la vida política. (PUF, 2018). Ejemplaridad “no tiene contenido propio”. ¿Está incumpliendo el mismo deber la ex Secretaria de Estado Marlène Schiappa cuando posa para Playboy ¿Y que está implicada en el asunto del fondo Marianne? ¿El Guardián de los Sellos, Eric Dupond-Moretti, cuando hace un gesto de honor en el Hemiciclo y es remitido al Tribunal de Justicia de la República por “apropiación ilegal de intereses”? Lo que podría constituir un deber positivo de ejemplaridad depende aún de los textos “que tienen un significado simbólico pero no vinculante”, según Jean-François Kerléo, profesor de derecho público en la Universidad de Aix-Marsella. La noción “aún esperando tomar forma plena en la organización del poder”.

Aunque el uso del término se ha disparado desde mediados de la década de 1980, la noción de un deber de dar ejemplo por parte de quienes están en el poder no es nada nuevo. “Podemos hacer una genealogía del principio, que aparece bajo diferentes términos, abarcando diferentes exigencias”, destaca Eric Buge. Refleja los valores dominantes de una sociedad: el puritanismo en Estados Unidos, los honores debidos a los antepasados ​​en Atenas, la Roma republicana que exigía que cualquier candidato a un cargo hubiera completado campañas militares. “Hoy nos preocupamos principalmente de garantizar que los más altos líderes políticos, y en particular los miembros del gobierno, hayan cumplido con sus obligaciones tributarias y no se coloquen en una situación de conflicto de intereses”señala Eric Buge.

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