En Niza, la noche de los excesos de tres policías municipales, acusados ​​de «secuestro» y «violencia agravada»


«Una verdadera noche de vaqueros», resumieron varias fuentes policiales, exasperadas. Tres días después de los hechos, se aclara el transcurso de la noche del domingo al lunes, durante la cual tres policías municipales de Niza son acusados ​​de haber secuestrado y golpeado a un joven.

El principal sospechoso, que supuestamente le rompió la nariz al sospechoso, fue acusado de «secuestro», «violencia agravada», «amenazas e intimidación». Bajo custodia policial, el agente admitió los hechos, asegura la fiscalía, aunque no reconoce » todos » los golpes. Fue puesto en prisión preventiva, de acuerdo con las requisiciones de la fiscalía, queriendo evitar “cualquier consulta fraudulenta” y para prevenir «toda la presión», especifica el fiscal, Xavier Bonhomme. Los otros dos policías fueron procesados ​​por “secuestro” y “violencia agravada” y puestos bajo vigilancia judicial, con prohibición de ejercer su profesión como policías municipales. Dicen haberse quedado «pasivos» y no haber participado en la golpiza, según la fiscalía.

Caza

La velada de los hechos, según los investigadores, comienza en un bar del casco antiguo donde los tres hombres tienen sus hábitos. En este establecimiento también se encuentra Arthur (se ha cambiado el nombre de pila), un joven jardinero de 21 años, y un amigo. Cuando salen, el dúo ve el auto de los agentes, todavía adentro. El amigo de Arthur luego toma un marcador de su bolso y lo etiqueta. fácil («fácil», en inglés) en el coche. Arthur, simplemente habría pasado el dedo por el polvo del vehículo. Los amigos se separan: Arthur debe pasar la licencia al día siguiente.

Pero al descubrir el vehículo, poco después, la policía inicia una persecución para encontrar al autor de la placa. Con la ayuda de los compañeros que analizan las cámaras de vigilancia de la ciudad, rápidamente encuentran a Arthur, ido a comer una pizza. El joven se embarcó en un vehículo hacia las alturas de Niza, en el barrio de Vinaigriers, lejos de las cámaras que recorren la ciudad, para «darle una lección», según las declaraciones de los imputados a los investigadores. Allí es golpeado. Su cabeza golpea el capó varias veces. Uno de los agentes amenaza con agredir a sus padres si filtra los hechos.

A las seis y cuarto de la mañana, un vecino de Arthur, cercano a la familia y miembro de la policía nacional, recibe una llamada del joven. Aterrorizado, no quiere advertir a sus padres que “protegerlos de represalias”, ella explica. Es ella quien lo lleva al hospital. Desde, “Tiene problemas con todos los trámites de su denuncia, porque ya no soporta ver a alguien uniformado”, ella explica. Ella le dice a un joven «completamente traumatizado» que ya no puede salir de su casa sin » papá mamá «, una familia que tiene cotizaciones hechas para equipar su casa con cámaras de vigilancia.

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