La banda sonora de la naturaleza revela los secretos de la degradación


La escucha digital es convirtiéndose en la nueva herramienta científica más poderosa para observar y preservar nuestro entorno natural. Desde el Ártico hasta el Amazonas, los científicos están cubriendo el globo con redes de micrófonos digitales. Los científicos ciudadanos están utilizando dispositivos de bricolaje de código abierto como AudioMoth, un dispositivo portátil no mucho más grande que una tarjeta de crédito, para escuchar los sonidos de la naturaleza. Estos dispositivos detectan sonidos inaudibles para los humanos: desde infrasonidos de baja frecuencia hechos por elefantes y ballenas hasta ultrasonidos de alta frecuencia hechos por ratones, murciélagos e incluso plantas.

En 2023, nuestros nuevos poderes de escucha nos permitirán acelerar exponencialmente el monitoreo ambiental, medir la salud de los ecosistemas, rastrear las firmas sónicas del cambio climático, revelar la existencia de especies completamente nuevas e incluso redescubrir especies que alguna vez se pensó que estaban extintas.

En el norte de Wisconsin, por ejemplo, las investigadoras forestales Zuzana Burivalova y Angela Waupochick están documentando la evolución de los sonidos producidos por los humedales boscosos en las tierras tribales de Menominee. A medida que el cambio climático reduce la disponibilidad de agua, los cambios de biodiversidad resultantes se capturan en grabaciones de paisajes sonoros.

En el Océano Índico, investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur encontraron recientemente una población completamente nueva de ballenas azules pigmeas, que son difíciles de detectar visualmente pero cuyas poderosas canciones, que viajan cientos de kilómetros, las delató.

En 2023, inventaremos una versión zoológica de Google Translate, adaptando algoritmos desarrollados para el lenguaje humano para descifrar vocalizaciones no humanas. Descubriremos que muchas más especies también tienen dialectos culturales, nombres individuales y tal vez incluso historias orales.

Por ejemplo, proyectos como CETI (la Iniciativa de traducción de cetáceos) y Earth Species están intentando decodificar la comunicación de los cachalotes utilizando técnicas de procesamiento de lenguaje natural. Estas innovaciones ahora se están utilizando en los intentos de proteger las especies animales. La investigadora keniana Lucy King, quien descubrió que los elefantes usan señales vocales específicas para distintas amenazas como las abejas y los cazadores, ahora está capacitando a los agricultores de África para construir vallas acústicas de abejas para protegerse de los elefantes merodeadores y permitir la coexistencia pacífica con los humanos a medida que las poblaciones de elefantes se recuperan.

Pero estas innovaciones también se están utilizando para intentar domesticar nuevas especies. En la Universidad Libre de Berlín, los investigadores han ideado algoritmos de IA para entrenar robots que zumban y zumban como abejas, comunicando con éxito comandos simples a la colmena. En 2023, estos robots se insertarán en colmenas «inteligentes» en red para coordinar y dirigir el comportamiento de las abejas, incluida la elección de los sitios de recolección de néctar.

La bioacústica digital también revelará la vulnerabilidad de los organismos vivos a la epidemia mundial de contaminación acústica, que no solo aumenta el riesgo de ataques cardíacos y demencia en los humanos, sino que también puede estresar, mutilar o incluso matar a otras especies, especialmente en los océanos. Los ecoacústicos ya han documentado la degradación de las firmas acústicas de los paisajes, también conocidas como paisajes sonoros, desde los parques nacionales infestados de turistas hasta las profundidades de los océanos. Investigadores de la Universidad de Anglia, por ejemplo, ahora están creando reconstrucciones históricas de paisajes sonoros perdidos. En 2023, se promulgarán nuevas regulaciones, incluidos umbrales más estrictos de la Organización Marítima Internacional para la contaminación acústica del transporte marítimo comercial. Las nuevas tecnologías, como los «radares de ruido» en las calles parisinas que emiten multas a los propietarios de vehículos ruidosos, automatizarán la aplicación.

En 2023, los científicos también utilizarán la bioacústica digital para regenerar ecosistemas. Por ejemplo, para restaurar los arrecifes de coral en peligro de extinción en Indonesia, los investigadores de las universidades de Bristol y Edimburgo han instalado sistemas de sonido submarinos con listas de reproducción generadas a partir de grabaciones de arrecifes sanos, un esfuerzo que ha demostrado que fomenta la regeneración de los arrecifes.

En 2023, empresas tecnológicas como Microsoft también comenzarán a aprovechar los modelos de IA para ayudar a los investigadores a procesar y analizar grandes volúmenes de grabaciones bioacústicas. Si bien el apoyo de Big Tech podría resultar útil, también ha generado inquietudes de grupos como la Coalición para la Sostenibilidad Ambiental Digital. En 2023, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente promoverá un nuevo marco que trata los datos ambientales como un bien común global, estableciendo estándares globales abiertos y marcos de gobernanza para los datos ambientales como un bien público digital y condenando implícitamente el acaparamiento de datos ambientales. El debate sobre los peligros del capitalismo de vigilancia se extenderá a la arena ambiental. Esperamos que el uso de la bioacústica digital para expandir nuestra capacidad de monitorear el medio ambiente, regenerar ecosistemas y participar en intentos rudimentarios de comunicación entre especies profundice la afinidad de la humanidad con otras especies, en lugar de permitirnos domesticarlas y dominarlas aún más.



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