La diplomacia francesa desorientada ante el régimen


Los especialistas en Irán no son muy numerosos en Francia, donde el estudio del mundo árabe ha aparecido durante mucho tiempo como el más prestigioso a los ojos de investigadores y diplomáticos. También hay que decir que, desde la revolución de 1979, la República Islámica ha sabido desalentar las mejores voluntades, negando, un día, un visado, o administrando, otro, una presión más o menos agresiva. Sin embargo, los más tenaces han logrado construir una libreta de direcciones, en Teherán o en las provincias del país, que les ayuda a orientarse en el laberinto de este régimen opaco. «Irán es una caja negra», repiten, según la fórmula habitual.

Pero desde que la calle iraní se levantó en reacción a la muerte de la joven Mahsa Amini, el pasado 16 de septiembre, tras ser detenida por la policía de la moralidad, las fuentes han guardado silencio. Por miedo a hablar por teléfono, por miedo al espionaje de las autoridades, en un momento en que la represión golpea sin piedad, con más de 400 muertos y miles de detenidos. Ir allí uno mismo es, en el mejor de los casos, ilusorio y, en el peor, suicida: siete franceses, incluidos académicos, se encuentran actualmente en prisión. Desde “detenciones arbitrarias”, según la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna. ¿Cómo, en este contexto, entender lo que agita al poder iraní? ¿Cómo leer las decisiones de un régimen muchas veces hermético a las miradas ajenas? La dificultad no data de hoy.

en que pie bailar

“No entendemos mucho, tenemos poca información sobre este régimen, coincide el exjefe de la diplomacia francesa Laurent Fabius, firmante del acuerdo nuclear iraní, en 2015. Hay grupos, subgrupos, facciones, los viejos, los nuevos, los más duros, los menos duros…” Desde el anuncio de la supuesta abolición de la policía moral el 4 de diciembre, los occidentales se han perdido en conjeturas para saber si esa elección consiste en soltar lastre o lanzar un señuelo. Se exacerba la paranoia de los líderes de la República Islámica, convencidos de que la revuelta es fomentada por potencias extranjeras -Estados Unidos a la cabeza-. Esto complica el mantenimiento de contactos de alto nivel en Teherán.

El mismo Emmanuel Macron no siempre parece saber con qué pie bailar. El 20 de septiembre, cuando estallaron las primeras manifestaciones, el Jefe de Estado se reunió en Nueva York, al margen de la Asamblea General de Naciones Unidas, con su homólogo iraní, Ebrahim Raïsi. Un tipo duro, elegido en junio de 2021, tras una larga –y represiva– carrera en el poder judicial.

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