Las 48 Hrs. Escena que convirtió a Eddie Murphy en una estrella de cine


Paramount quería despedir a Murphy, pero Hill se quedó con él, tratando de encontrar el secreto para desbloquear al talentoso artista. Aceptó las sugerencias de Murphy de cambiar el nombre de Willie Biggs por el de Reggie Hammond, e incluso contrató al guionista Larry Gross para escribir material nuevo, más adecuado a los puntos fuertes de las estrellas. Esa adición escrita señaló el camino.

«Llegamos a la conclusión de que Eddie era mejor cuando competía con Nick por algo en la escena», le dijo Gross a Semlyen. “Eso activó algún centro nervioso en él y de repente cobró vida y fue fascinante. Así que tuvimos que crear momentos que fueran como un salto en el baloncesto, con dos muchachos yendo por el balón”.

Gross y Hill encontraron el escenario definitivo para la competencia en una escena temprana. Originalmente, el guión presentaba un momento en el que Hammond lleva a Cates a un bar lleno de clientes negros, dándole al joven la oportunidad de contarle a su colega mayor cómo se hace (una variación de lo cual existe en la película terminada).

Pero Gross y Hill reescribieron la escena para que el bar fuera reinventado como un local sureño llamado Torchy’s. Ahora, Hammond estaría en terreno enemigo, lo que le convenía muy bien a Murphy. Al entrar en un escenario lleno de banderas confederadas, consciente de la decepción por su actuación hasta el momento, Murphy tomó el control.

La escena comienza con Murphy interpretando a Hammond como uno de sus personajes libres y fáciles de llevar, un tipo que habla amigablemente con el camarero (el actor de carácter Peter Jason) y le da una oportunidad al hombre blanco burlón. Pero cuando el camarero se niega a cooperar, Hammond cambia de modo.

Hammond, empuñando la placa de Cates y haciéndose pasar por un oficial de policía, rompe el espejo detrás de la barra con su vaso y comienza a pavonearse por el suelo, dando a los clientes con sombrero de vaquero una mirada fría y cruel. Por un segundo, Murphy deja que un poco de miedo se apodere del rabillo del ojo de Hammond cuando se da cuenta de que está rodeado de grandes campesinos sureños, pero luego el criminal canaliza a los oficiales de poder que ha conocido un millón de veces antes. “Nunca en mi vida había visto tantos jodidos campesinos atrasados”, declara, pavoneándose como un habitual.



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