«No podía ver el partido sentado», Benoît Payan habla del título europeo de OM en 1993


Romain Rouillard (comentario recogido por Stéphane Burgatt) / Crédito de la foto: CLEMENT MAHOUDEAU / AFP

Hace tres semanas, Napoli ganó el tercer título del campeonato italiano en su historiael primero desde la era Maradona. El júbilo y la embriaguez que invadían las calles de esta volcánica ciudad del sur de Italia sin duda han hecho revivir muchos recuerdos a más de 1.000 kilómetros de distancia. Porque hace 30 años, Marsella tuvo una experiencia similar. Su equipo acababa de ganar la primera Liga de Campeones de su historia tras vencer en una final al AC Milan y su constelación de estrellas. Un partido que sumió a la ciudad de Marsella en la euforia total.

15 años en ese momento, el actual PS alcalde de Marsella, Benoît Payan, volvió a esta tarde del 26 de mayo de 1993 sin olvidar los pocos días que precedieron a este momento de la historia. «Antes de esa noche, hubo días locos. Y cuanto más nos acercábamos a ese momento, más sentíamos que aumentaba la tensión en la ciudad», recuerda. El concejal describe una ciudad de Marsella totalmente centrada en esta final. «Todo el mundo tenía la bufanda: conductores de autobús, conductores de metro, ancianos, hombres, mujeres… Fue una locura aquí. Hay que imaginar una ciudad en azul y blanco cuyo corazón late al ritmo de OM».

«No podía quedarme quieto»

Naturalmente, todos los aficionados del Marsella que vivieron este momento de gloria recuerdan exactamente dónde estaban en el momento de vibrar. Para Benoît Payan, fue «en [mes] abuelos». «Se escuchaba a los vecinos, estaba en la calle, estaba en todas partes. De hecho, todos estaban haciendo lo mismo, es decir, viendo este juego». Con la tensión y la presión que surgieron con esos 90 minutos suspendidos en el tiempo. «No podía quedarme quieto. No podía ver el partido sentado. Estaba de pie, giraba…”, confía el elegido marsellés.

Antes de que suene el pitido final llega para liberar a toda una ciudad. «Recuerdo, eran las palmas sudorosas, el corazón palpitante. Tienes que imaginarte que estamos todos en este estado. Era una ciudad que latía al unísono, había un solo corazón y eso, es grandioso. No hay muchas ciudades del mundo lo viven así”, insiste Benoît Payan. Momentos de «locura colectiva, felicidad absoluta» que «nos dejarán y me dejarán recuerdos imborrables», concluye el alcalde.



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