Para salvar su relación, eligieron el amor libre: “Queríamos experimentar, sin separarnos”

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A sus 28 años, Emma Royer ya cuenta con diez años de vida matrimonial a sus espaldas. La joven vio surgir la rutina, luego las preguntas y finalmente la crisis. “Con mi pareja teníamos la impresión de perdernos muchas cosas y queríamos experimentar, sin separarnos”, dice esta directora de una agencia de comunicación de un pequeño pueblo, que testifica bajo un seudónimo para evitar ser reconocida por su familia. En ese momento, casi no tenía otra experiencia sexual que la que tenía con su pareja. Para intentar salvar su relación, deciden intentar una relación abierta.

Al principio, Emma Royer carece de dirección y no sabe muy bien qué hacer. Hay pocos recursos disponibles, por lo que decide crear uno escribiendo La pequeña guía para parejas libres. Vive bien tu relación no exclusiva (autoeditado, 2020), luego lanzó una cuenta de Instagram con este seudónimo. Desde finales de 2020, recibe mensajes de jóvenes, de entre 20 y 30 años, perdidos en su relación sentimental, que dudan en “abrirla”: “Tienen problemas con la infidelidad y se preguntan si una relación abierta es para ellos. »

Entre Emma Royer y su novio de toda la vida, la implementación de esta libertad no es fácil. Deben revisar rápidamente ciertos términos del contrato. Al principio, por ejemplo, la transparencia le provoca un sentimiento de celos: “Los detalles de a quién conoció, qué hicieron juntos… no quería saberlos. » Ambos están embriagados por sus nuevos deseos. “Fuimos arrastrados por esta ola, a riesgo de descuidar nuestra relación. Así que nos aseguramos de reservar momentos para nosotros mismos”., «, especifica el ahora treinta años, en retrospectiva de cinco años. Hoy afirma estar en paz: “Si conozco a alguien, eso no pone en duda mi relación en absoluto. Lo mismo para él. Es una cuestión de confianza en los demás, y especialmente en uno mismo. »

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En cuanto a Léa (todos los nombres han sido cambiados), de 29 años, la experiencia no terminó bien con su ex – y su caso no es raro. Después de tres años de convivencia, se dice a sí misma que la pareja libre es “la solución a una relación que está perdiendo fuelle en términos de deseo”. “Nos habíamos convertido en mejores amigos atrapados en la vida cotidiana”, relata. Luego, ambos dan el paso y establecen varias reglas, como no dormir con nadie. Todo por “invisibilizar” el acto.

Sólo que después de tres semanas Léa se va una noche. Cuando conoce a su novio al día siguiente, le miente diciéndole que tuvo un problema con un colega. Su “modificación” del contrato de exclusividad preveía mantener en secreto las escapadas de todos, lo que Léa hizo inicialmente. Más tarde le cuenta la verdad: pasó la noche con un colega. Lo toma como un engaño. Mirando hacia atrás, comprende que no quería perder a su compañero, en quien encontró muchas cualidades que temía no encontrar en otro: “Era una “relación ancla”, sin ganas. Estar en una relación libre era una forma de retenerlo, mientras se hacía locuras en otros lados. »

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