Por qué debemos enseñar a la IA a empatizar con nosotros


La IA está muy lejos de lograr la sensibilidad o la dominación mundial.

Como ingeniero informático inmerso en la IA durante más de 15 años, he sido testigo de primera mano del notable crecimiento de la tecnología de IA, especialmente durante los últimos 12 meses. Sin embargo, no olvidemos que la IA (y en particular la IA generativa) aún está en su infancia.

Si bien la madurez de la IA se está acelerando a un ritmo sin precedentes, es fundamental reconocer que es un trabajo en progreso. A medida que exploramos el potencial de la IA, hay riesgos más apremiantes que considerar que la toma del control mundial.

Afortunadamente, esos peligros inminentes son mucho más mundanos.

Las empresas corren el riesgo de frustrar a clientes y trabajadores si no invierten y desarrollan una nueva generación de robots de inteligencia artificial con la capacidad de reconocer e interpretar las cualidades humanas. Con un enfoque centrado en el ser humano, resulta más fácil para todos los usuarios ver la IA como una herramienta útil que mejora las experiencias y tener menos miedo de su integración en las operaciones y la vida diaria.

Por qué la IA nos asusta

La IA es una persona imposible. Posee más conocimiento sobre los humanos que cualquier persona jamás podría tener. Los modelos de lenguajes grandes, como los que impulsan GPT-4, están diseñados para consumirlo todo. Cada libro, hilo de Reddit, publicación de blog de la empresa, registro público del gobierno: la lista es interminable.

Modelos similares creados para inteligencia empresarial y atención al cliente pueden examinar sin problemas millones de puntos de datos almacenados en los servidores de una empresa. Ya sean las sutiles complejidades del historial de compras de un cliente o las tendencias de sentimiento en las comunicaciones del cliente con chatbots, la IA tiene la capacidad de identificar, analizar y tomar medidas instantáneamente sobre información que a los humanos les llevaría años procesar manualmente.

A medida que integramos la IA en varios aspectos de nuestras vidas, desde el servicio al cliente hasta la atención médica y más, se vuelve imperativo que los sistemas de IA se alineen con nuestros valores y necesidades.

Es comprensible que muchas personas encuentren inquietante el vasto conocimiento de la IA. Entonces, para hacer que la IA sea más identificable, las empresas y los desarrolladores se han centrado en crear chatbots de IA con nombres y personalidades. Pero el problema de antropomorfizar la IA es que refuerza los temores de que la IA se esté convirtiendo en un agente con pensamiento independiente. Es más, asignar personas a los bots de IA hace poco para mejorar la experiencia del usuario fuera de casos de uso muy específicos (en gran parte para brindar compañía).

En cambio, el avance de la IA debería centrarse en cualidades que mejoren su utilidad, como mejorar la conciencia del contexto, la empatía y la personalización, permitiendo a los usuarios sentirse más apoyados y comprendidos en sus interacciones con la IA.

El futuro de la IA es la empatía, no la automatización

En lugar de dedicar recursos a perfeccionar las “personalidades” de Alexa o Sydney, las empresas de tecnología deberían centrarse más en desarrollar una IA humanizada.

¿Cual es la diferencia? La IA humanizada intenta interpretar las emociones y los sentimientos de un usuario y adaptar su respuesta a las necesidades únicas del usuario. Este tipo de programación permite a los robots de IA ayudar genuinamente a los humanos de una manera que fomente interacciones más significativas y naturales. En esencia, permite a la IA simular la empatía hacia los usuarios humanos.

Imagine que un comprador de vivienda por primera vez solicita una hipoteca y el prestamista utiliza una herramienta de inteligencia artificial para automatizar el proceso de recopilación y procesamiento de información financiera. Como nunca antes había comprado una casa, el solicitante no está familiarizado con el proceso y está confundido acerca de los documentos que debe presentar.

Con una herramienta tradicional de automatización de IA, el usuario puede recibir respuestas técnicas y repetitivas, lo que exacerba su confusión y frustración. Por el contrario, una IA humanizada reconoce la confusión del usuario, responde con empatía y ofrece orientación personalizada, lo que hace que el proceso sea menos intimidante y más fácil de usar. Este toque «humano» mejora la experiencia general del solicitante y aumenta la probabilidad de una interacción exitosa.

La IA no viene a por nuestros trabajos

Adoptar una IA más humanizada no significa que los trabajadores humanos serán reemplazados. Sí, algunos empleos se volverán obsoletos gradualmente, pero surgirán otros nuevos para llenar el vacío. La misma tendencia se ha repetido a lo largo de la historia con la llegada de todas las tecnologías importantes, desde la imprenta hasta Internet.

En cambio, las empresas y los trabajadores deberían apreciar la IA por lo que es: una herramienta poderosa que puede aumentar sus fortalezas y compensar sus debilidades.

Las aplicaciones de la IA van más allá del aumento de la productividad, como la racionalización de los procesos de toma de decisiones y la automatización de tareas. Su verdadero beneficio proviene de mejorar las capacidades de los empleados, como un escritor que usa GPT-4 para despertar su creatividad o un reclutador que usa IA para identificar candidatos más fuertes de un grupo más amplio. Y esos beneficios sólo se agravan si la IA es humanizada y empática.

En lugar de hacer nuestro trabajo por nosotros, la IA puede hacernos a todos mejores en lo que hacemos, sin importar lo que sea, para que podamos lograr mejores resultados y, en última instancia, sentirnos más realizados en el trabajo.

No necesitamos que la IA se parezca más a los humanos: la necesitamos para reconocer nuestra humanidad

El potencial de la tecnología de IA es enorme, comparable al impacto transformador que hemos visto con la computación en la nube e Internet. Y al igual que Internet, está a punto de revolucionar la forma en que hacemos negocios, tomamos decisiones y nos relacionamos unos con otros.

Sin embargo, estos cambios serán graduales, lo que nos dará tiempo para adaptarnos y aprovechar los beneficios de la IA en su máximo potencial. A medida que integramos la IA en varios aspectos de nuestras vidas, desde el servicio al cliente hasta la atención médica y más, se vuelve imperativo que los sistemas de IA se alineen con nuestros valores y necesidades.

Para lograr este alineamiento, debemos priorizar el desarrollo de una IA humanizada. Esto significa diseñar sistemas de inteligencia artificial que no solo realicen tareas de manera eficiente, sino que también comprendan los matices humanos, se adapten a las preferencias individuales y mejoren nuestras experiencias diarias. Al fomentar esta relación simbiótica entre los humanos y la IA, podemos utilizarla para aumentar nuestro trabajo y nuestras interacciones sin miedo.



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