Reseña de ‘Drift’: un drama moderado dirigido por una poderosa Cynthia Erivo


Sundance: La exuberante característica griega de Anthony Chen explora cómo el pasado puede filtrarse en tus huesos.

Hay pocas tomas en “Drift” que no presenten a Jacqueline interpretada por Cynthia Erivo, una mujer liberiana educada en Inglaterra, que termina varada en Grecia, y la película es mucho mejor por eso. El tercer largometraje del director singapurense Anthony Chen («Ilo Ilo»), a partir de un guión de Susanne Farrell y Alexander Maksik (el último de los cuales escribió la novela en la que se basa), la película espera hábilmente su tiempo durante 90 minutos antes de revelar nada sobre su protagonista, o cómo terminó deambulando por un destino turístico, como un espíritu sin propósito. Al vincularse a la actuación en capas de Erivo, como una mujer que lleva el peso de su pasado sobre sus hombros, «Drift» rara vez necesita brindar respuestas claras para ser devastadoramente efectivo.

Jacqueline parece ser una refugiada a todos los efectos, aunque su acento inglés hace que le resulte un poco más fácil pasar por turista, lo que resulta útil cuando se cuela en restaurantes y cafés al aire libre para atrapar tranquilamente los bocados desechados. También mantiene intencionalmente su distancia de otros inmigrantes africanos (incluso de aquellos que intentan ayudarla), aunque lo que inicialmente parece una negación acerca de sus circunstancias eventualmente resulta ser mucho más complicado.

No aprendemos los detalles de cómo Jacqueline terminó en una isla griega, o si este destino estaba bajo su control, ni la película contextualiza lo que necesitaría para irse. Para Jacqueline, deambular por la costa y ofrecer masajes a los europeos por unos pocos euros a la vez es una forma de llegar a fin de mes, pero el alejamiento en el que Chen y la directora de fotografía Crystel Fournier filman este ritual repetido lo hace parecer casi de Sísifo, como si un gran acontecimiento de su vida la ha llevado a un exilio autoimpuesto.

Erivo, a su vez, crea una actuación tan matizada que uno no puede evitar sentir la enormidad de su misterioso pasado. Vemos fragmentos a lo largo del camino, mientras recuerda momentos de amor, tanto familiares como románticos, con varias mujeres en su vida. Pero la brevedad con la que aparecen estas escenas, antes de volver a los ojos cansados ​​de Erivo en el presente, ofrece la sensación de que, por la razón que sea, Jacqueline no puede (o no quiere) sentarse y reflexionar sobre estos recuerdos durante demasiado tiempo. En estos flashbacks, tiene rastas sanas y fluidas, y entusiasmo por la vida. En el presente, su corte rapado, su postura encorvada y su cueva improvisada en la costa la hacen sentir claramente ascética, como si de alguna manera perteneciera a este reino de aislamiento físico y emocional.

La primera vez que vemos este cambio es, quizás apropiadamente, en el sitio de una antigua ruina, un lugar donde una vez prosperó la vida, hace mucho tiempo, cuando se encuentra por casualidad con Callie (Alia Shawkat), una animada guía turística estadounidense con quien ella golpea las cosas. Jacqueline inventa una historia sobre esperar allí a su esposo, y aunque Callie encuentra a Jacqueline en el mismo lugar día tras día, con la misma ropa, no la cuestiona. Tal vez Callie esté siendo educada, o tal vez reconozca algo dentro de Jacqueline, alguna razón tácita que podría hacer que ella exista, intencionalmente o no, en un ciclo de repetición derrotante que puede ser más cómodo que vivir la vida.

Callie, se revela, tiene sus propios dolores que la llevaron a terminar en Grecia, por lo que las dos mujeres se unen a nivel espiritual, a pesar de que ninguna expresa su dolor con palabras (al menos al principio). El espectro de la verdad de Jacqueline se cierne sobre sus divertidos paseos por el exuberante entorno, pero no empaña sus paseos íntimos ni los hace menos placenteros. Jacqueline no es muy buena mintiendo, cualquier problema que le preocupa sale a la superficie con frecuencia, y Erivo se esfuerza por mantenerlo apenas oculto, pero a Callie no le importa. En «Drift», los secretos de las personas son suyos, pero cuándo y cómo se desentrañan puede que no siempre sea su elección.

Las películas sobre el trauma son una moneda de diez centavos en los medios populares, aunque su preocupación a menudo es tener en cuenta estos traumas de manera digerible para dejarlos atrás. “Drift”, por otro lado, se sienta incómodo con el pasado, permitiendo que sus efectos perduren en formas que pueden no ser tan fáciles de combatir. En el proceso, se convierte en una excavación de la forma en que Jacqueline lleva consigo el pasado y la forma en que brota desde dentro, filtrándose en todos los aspectos de su presente, desde la forma en que navega por el mundo hasta la forma en que la irrita, incluso en momentos de comodidad, tomando las formas más inexplicables e irracionales.

El compromiso total de Erivo con el papel, capturando cómo incluso las peores experiencias pueden convertirse en parte de ti, da como resultado una actuación tan poderosa que a veces es demasiado difícil de ver. Y, sin embargo, el ojo hábil de Chen para el flujo y reflujo del drama humano reconocible le impide mirar hacia otro lado.

Grado: B+

“Drift” se estrenó en el Festival de Cine de Sundance de 2023. Actualmente está buscando distribución.

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